En Cinta Lunes, 18 septiembre 2017

Conversamos con Daniela Vega, actriz transgénero chilena que podría conseguir una nominación histórica al Óscar 2018

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Entrevista de: Alberto Castro (@mczorro)

Desde su estreno en el Festival de Berlín a inicios de año, «Una mujer fantástica», película del chileno Sebastián Lelio, no ha hecho más que recoger elogios, la mayoría de los cuales (por no decir todos) eran dedicados a Daniela Vega, actriz transgénero sobre cuyos hombros se sostiene el relato. Y es que su performance es poderosa, entregada en cuerpo y alma: Daniela construye a Marina, una mujer a la que la sociedad le prohíbe vivir su duelo personal luego de la muerte de su amante, ya que la familia del fallecido y el mismo gobierno que debería protegerla se le vienen encima con cuestionamientos y solicitudes que no la dejan respirar un solo momento. La actriz contiene el drama personal de esta mujer en su mirada y en la fragilidad de su cuerpo, ya que no puede verbalizarlo o materializarlo: ese sufrimiento imposible de desahogar no deja de crecer en su interior, lo cual hace mucho más dolorosa la explosión final que vive el personaje. 

«Una mujer fantástica» se presentó la semana pasada en el prestigioso Festival de Toronto, desde donde se ha empezado a hablar de la posibilidad de la actriz de llegar al Óscar 2018 con una nominación, algo que sería histórico, ya que nunca antes la Academia ha distinguido el trabajo de una artista transgénero (considerando también que es una población que históricamente tiene poca representación en el séptimo arte). La película también representa a Chile en la categoría de Mejor Película Extranjera, por lo que por ahí hay otra posibilidad.

La extraordinaria actriz chilena accedió a conversar conmigo brevemente y me contó mucho más sobre su experiencia, además de hacer un llamado a todos los latinoamericanos a unirse en contra de la discriminación de toda índole, a juntarse a favor de la dignidad y el respeto mutuo.

EL DATO: Ya habíamos visto la cinta en nuestro país en el Festival de Lima (donde se alzó con el premio a la Mejor Actriz y el Mejor Guion), y en este momento se encuentra en cartelera en el Centro Cultural de la Católica y la cadena Cineplanet. Corran a verla, ya que es uno de los mejores estrenos del año.


¿Cómo es que Sebastián Lelio, director de la película, se contacta contigo?

Sebastián estaba investigando acerca de la realidad trans en Chile y una amiga que tenemos en común le recomendó que hablara conmigo. Él me llamó, nos juntamos en un café y nos caímos muy bien. Él se regresó para Berlín, que es donde vive, y yo me quedé en Santiago, donde yo vivo, y seguimos en contacto por un par de años mandándonos correos, hablando por skype o llamándonos por teléfono; además de que cada vez que venía a Chile, nos visitábamos. Luego de dos años de este primer encuentro, me entrega un guion y recién ahí me entero de que todo este tiempo había querido trabajar conmigo, porque no me lo había dicho antes.

Y cuando leíste el guion, ¿qué fue lo primero que pensaste?

Yo dije: ¡Sebastián está loco! ¿Cómo voy a ser capaz de hacer todo lo que me está pidiendo? Lo llamé por teléfono y me dijo que quería que yo fuera la protagonista de su nueva película. Yo agarré mi bolsa y me fui de fiesta por tres días. (Risas).

Para investigar para el personaje.

Claro, claro. (Risas). Ahora, la preparación para el personaje, más que difícil, fue holgada, porque tuvimos un tiempo largo. Nosotros conversamos mucho acerca del personaje, lo cual me dio mucha seguridad. Sebastián es un director súper meticuloso, muy elegante; cada vez que dirige, lo hace pensando en su actriz; me pedía las cosas de forma muy cariñosa, muy atento siempre con todos sus actores, lo cual hizo que el trabajo fuera muy bonito.

Como mencionas, se nota un director muy meticuloso en su puesta en escena, llena de simbolismos e imágenes potentes. 

Sí, y hacer esos planos fue muy entretenido. Yo la paso muy bien cuando trabajo y decidí entregarme por completo a su dirección. Yo estoy muy contenta de haber trabajado con él y muy agradecida por lo que aprendí.

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Algo que me gusta mucho de la película es que retrata la discriminación más explícita y evidente, pero también muestra que los gobiernos, aún con buenas intenciones, no saben cómo lidiar con la comunidad trans. ¿Sientes que es una realidad que se sigue viviendo en Chile y, en general, en Latinoamérica?

Es una realidad latinoamericana, efectivamente. Si bien hay ciertos guiños de avance, todavía estamos en el desarrollo de las ideas. Chile es un país muy conservador, al igual que Perú, y hay gente que todavía cree que mi país no está preparado para tal o cual cosa, algo con lo que estoy completamente en desacuerdo. Yo creo que somos sujetos de derecho: pareciera que las sociedades solo se ven como sujetos de consumo, que pueden comprar cualquier cosa si tienen plata. Pero también hay derechos fundamentales que uno debe defender, por los que hay que luchar. Y en el caso de nosotras, más que reivindicar ciertas estructuras sociales, cuestionamos los espacios de moralidad, los espacios de empatía, a la familia, al amor. ¿En qué cuerpos se puede vivir en en cuáles no? ¿Quién dijo que eso era así? ¿Por qué no se puede? Yo creo que este tipo de preguntas son los grandes motores de la creación artística. Lo que a mi me gusta, como artista, es cuestionar a partir de mis obras, más que intentar responder. Yo creo que esa respuesta o reflexión termina siendo parte del espectador. Así es que se complementan los actores y los espectadores en el cine, algo que termina de convertirlo en un artefacto hermoso.

¿Sientes que la película, desde que se estrenó en Berlín a inicios de año y todo lo que ha pasado después, ha generado esa conversación o ese debate en Chile?

Yo creo que sí. Creo que la película ha aportado, más que al debate, a reflexionar sobre lo que hemos estado haciendo como sociedad para los derechos de ciertas personas que históricamente hemos estado al borde. Sobre cómo se está avanzando en materia de derechos humanos y de dignidad, no solo en Chile, sino a nivel internacional. Yo creo que hay una parte muy importante del trabajo artístico que tiene que ver con eso.

Hay una ausencia de representación de la comunidad trans en el cine, también.

Sí, por supuesto. Y eso sucede porque, como te dije antes, las personas trans hemos estado históricamente en el borde. Somos pocas las personas que hemos tenido la posibilidad de llevar ciertas características y cierta poética del cuerpo trans hacia el mundo del arte. A mí me tocó y me siento muy afortunada y honrada de pertenecer a esta ola de cine chileno que está emprendiendo rumbos muy bonitos. Ya tengo tres películas en el cuerpo y voy por mi cuarta. Estoy muy contenta.

Fuiste premiada como Mejor Actriz en el último Festival de Lima. ¿Cómo recibiste la noticia?

Me enteré y en los próximos días me van a entregar el premio aquí en Santiago. Yo estaba en Polonia cuando recibí la noticia y me alegré muchísimo. Estoy muy agradecida con el pueblo peruano: quiero mucho a Perú, espero poder estar por ahí próximamente. Por temas de agenda no he podido visitar Lima, pero sé que hay un interés mutuo y un cariño mutuo entre nosotros. Apenas llegué a Santiago luego de enterarme del premio, me fui a un bar y me pedí una Catedral para celebrar.

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Acabas de presentar la película en el Festival de Toronto, desde donde se empezó a hablar de una candidatura al Óscar para ti.

Todas las cosas que puedan ocurrir con «Una mujer fantástica» son una sorpresa y hasta ahora han sido todas muy gratas. El Óscar es el sueño que cualquiera pudiera pensar alguna vez en la vida. Es algo que está ahí en el ambiente. Yo voy a ser parte de los procesos que la película requiera en el momento indicado y el Óscar es todavía en marzo, por lo que tengo varios festivales anteriores a los que tengo que ir, muchos vestidos que ponerme y muchas entrevistas que seguir dando a periodistas tan simpáticos como tú. Así que estoy avanzando paso a pasito, de a poquitos, enfrentando cada una de las cosas que el futuro nos está trayendo.

¿Cómo leen la película fuera de Latinoamérica? Porque, de muchas formas, esa transfobia que vive Marina es muy cercana a nosotros como ciudadanos latinoamericanos.

Yo creo que «Una mujer fantástica» es una película que conecta porque no solamente habla de la transexualidad, sino que cuestiona la empatía humana. Porque, en el fondo, la película está detrás de una mujer y el ser trans es solo un aderezo encima para aportar al comentario dramático de la película. Finalmente, se trata de una historia de amor frenada por la muerte, una clásica historia de amor centrada en el duelo de una persona, que intenta vivir con la mayor dignidad y fortaleza el proceso de perder a alguien. Entonces, cualquier persona puede perder a otra y ser discriminada, cualquier pueblo puede ser oprimido por otro. Creo que la gente empatiza con la película porque puede ver que Marina no es solamente trans, sino que es una mujer fantástica porque es digna y resiliente, como todas las que conozco, y como muchos miles de hombres que conozco. Esa sensación de dignidad es la que conecta con la gente.

Hay una escena que me encanta de la película, en la que sales a bailar una noche y te elevas en el aire como una diva brillante. ¿Quiénes serían tus divas personales, a las que admiras?

Yo admiro profundamente a Rocío Jurado, que para mi es la más grande cantante hispanoamericana de todos los tiempos. Admiro a Madonna y Vivienne Westwood. Hay muchas mujeres a las que admiro. Yo creé a Marina a partir de las característica icónicas de las mujeres, más que de un ícono femenino particular. Rescaté la resiliencia, la dignidad y la rebeldía como partes simbólicas de Marina.

¿Y qué tanto has aprendido de la experiencia de hacer la película?

El aprendizaje máximo que he tenido es el entender que uno puede hacer una obra con cariño y esa obra puede ser recibida con cariño. Estoy muy contenta, abrumada y agradecida por las nominaciones, los premios, los viajes y la conexión entre Marina y el resto de las personas. Vivimos en Latinoamérica, sabemos que tenemos heridas y procesos dictatoriales, sabemos que tenemos que reconciliarnos, que vivir todos juntos, y ojalá podamos hacerlo de la manera más digna entre todos los pueblos. Yo hago una invitación a que exista un puente comunicante entre las sociedades y las culturas. Hay que aprender a convivir entre todos para que el coro suene más bonito. Siempre que un coro de voces suena lindo es porque hay más voces cantando y más fuerte. Somos muchos los latinoamericanos y podemos cantar juntos muy fuerte.

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