En Cinta Lunes, 13 noviembre 2017

«Thor: Ragnarok» bien podría llamarse «Guardianes de la galaxia Vol. 2.5»

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Thor

Escribe: Rafael Flores Figueroa

«Thor: Ragnarok» bien podría llamarse «Guardianes de la galaxia Vol. 2.5».

Esta nueva aventura del dios del trueno relata el advenimiento del Ragnarok, o el fin de los tiempos para los asgardianos. Pero tanto o más peligrosa será Hela, la hermana de Thor, quien surgirá de las sombras para vengarse de Odín por ser el autor de su encierro. Ambos conflictos desatarán un alboroto intergaláctico que juntará a perro, pericote y gato, propiciando así el desmadre y la fiesta.

La cinta es la mejor de las protagonizadas por Thor, sin duda. Pero eso no es decir mucho, tampoco. Los dos primeros episodios, «Thor» y «El mundo oscuro», eran aventuras digeribles, aunque desprovistas de potencia, originalidad y personajes memorables (salvo el mismo Thor y su hermano Loki, que añadían atractivo a la anécdota mediante el carisma de sus intérpretes, Chris Hemsworth y Tom Hiddleston.

La fórmula ganadora llega en esta ocasión gracias al talento de Taika Waititi (el mismo director del desternillante documental falso sobre vampiros compañeros de piso: «Lo que hacemos en las sombras») y la inclusión de un guion que desecha solemnidad en favor de un clima chacotero e irreverente, al más puro estilo de James Gunn (el escritor/director de ambas entregas de “Guardianes de la galaxia”). Así, el cineasta saca provecho de su experiencia en el terreno de la comedia y se apodera del brillo de sus estrellas para parodiar sus contrapartes ficticias: Hemsworth, Hiddleston y compañía abrazan el ridículo y ponen sus vestimentas de superhéroes al servicio del slapstick y la grosería.

Y es el tramo medio el que más se beneficia de este accionar. La entrada a escena de un buen número de personajes excéntricos suman bastante al jolgorio: el Gran Maestro (Jeff Goldblum, quien parece estar improvisando todo lo que habla); Topaz, su esbirra y guardaespaldas (Rachel House, que fija en su rostro un rictus de piedra); Valquiria, la mercenaria alcohólica (Tessa Thompson) y Korg, el hombre roca revolucionario (el mismo Waititi). Pero son los momentos de Hulk los más hilarantes: paseándose desnudo y con el miembro al aire, dando tumbos por el escenario, lanzando chanzas a sus compañeros y pulverizándolo todo por puro capricho; sus arrebatos de fanfarronería y ñoñez lo convierten en un elemento de comedia impredecible y exuberante.

Todo lo demás es descartable. Las secuencias de acción son áridas, el conflicto principal es inerte y la resolución es obvia. La elección de Cate Blanchett como la villana Hela es una oportunidad desperdiciada:  la actriz solo atina a imponer un gesto grave y llevar a cabo una interpretación que no es ni histriónica ni sutil, sino rutinaria y monótona. Y la inserción del tema «Immigrant Song» de Led Zeppelin, si bien calza con la mitología del superhéroe asgardiano (la letra reza: «martillo de los dioses/ surcaremos nuestras naves hacia nuevas tierras/ para luchar contra la horda, y cantar y llorar/ Valhalla, allá voy»), resulta un detalle redundante e insustancial, además de trillado (a estas alturas del partido la canción ha sido tan manoseada que su uso es contraproducente, y más todavía cuando acompaña escenas tan sosas).

Felizmente, ello no embota la película. El espectáculo se sostiene con irregularidad, sí, pero la gracia del elenco consigue mantener el interés. Y la música, compuesta por Mark Motherbaugh (el fundador y líder de la formidable banda Devo), es lo mejor que ha parido la cantera del universo sonoro de Marvel: compases de ondulaciones tornasoladas para una parranda tecnotrónica y bañada de neón.

 

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