En Cinta Viernes, 19 mayo 2017

Recordemos el legado musical de Chris Cornell, fiera impasible del rock

En Cinta

#losquesolohablandecine Lo último del mundo del cine. Lo que nos interesa, siendo honestos. facebook.com/EnCintaPeru twitter.com/encinta

Chris-Cornell-Press

Escribe: Rafael Flores Figueroa

El Apolo del grunge nos ha dejado: Chris Cornell no existe más. Su cuerpo sin vida fue hallado el 17 de mayo, luego de ofrecer su último concierto en la ciudad de Detroit. Tenía 52 años. Su figura permanece nítida y robusta en la memoria, aunque ahora solo nos queda el calor de su sombra.

Pero existe un fuego que no se consumirá: su música. Es una obra que abarca cuatro décadas, la cual el artista natural de Seattle empezó a forjar con Soundgarden, banda que formara en 1984 junto a Kim Thayil (guitarra), Hiro Yamamoto (bajo) y Matt Cameron (quien tomaría la posta en la batería, relevando a Scott Sundquist). El grupo sería una de las cuatro luminarias que llevaron al mundo aquel fenómeno conocido como grunge.

Junto a Nirvana, Pearl Jam y Alice In Chains, enarbolaron lo que la prensa especializada llamó en esa época “el sonido de Seattle”. Por supuesto, hubo muchos grupos más, y Seattle no se limitó a una sola categoría acuñada por las disqueras y los periódicos. Pero en este caso apremia dar cuenta del legado de uno de ellos, el hombre nacido el 20 de julio de 1964, bautizado Christopher John Boyle, y que luego adoptaría el apellido de su madre: Cornell.

Parecía poseer una fragua en el plexo solar, la cual le permitía regurgitar, aullar y rugir aquella voz compacta y densa, áspera y ondulante, como acero fundido y vuelto a esculpir. El tema “Hands All Over” es un ejemplo cabal de los límites tan difusos que conjuraban sus pulmones. Sus fauces eran vientos turgentes de rabia trepidante y ardorosa.

Pero también poseía una pluma reflexiva, íntima y cruda. Y no deja de ser una ironía y una pena que una de sus letras más sentidas, compuesta como homenaje póstumo a Andrew Wood, el excepcional vocalista de Mother Love Bone, de cuenta de su propio fin: “Me dicen perro / y eso está bien / porque no sirve fingir / que se equivocan. / Cuando me llaman / no puedo esconderme más / No tengo ningún disfraz / que no puedan atravesar”.

El tema pertenece al proyecto Temple Of The Dog, que concibió junto con dos de los integrantes restantes de Mother Love (Stone Gossard, Jeff Ament), y con Mike McCready, Matt Cameron y Eddie Vedder. Digamos que la colaboración con otros colegas era un tópico muy estimulante para Chris. Y los ejercicios colectivos no se limitaron a aquel. El proyecto posterior lo armó junto con los miembros de Rage Against The Machine (salvo su líder Zack de la Rocha), y se llamó Audioslave. Esta suerte de súper banda le sirvió de puente con una nueva generación de melómanos y aficionados del rock.

Paralelamente, cultivó poco a poco una sólida carrera como solista. Y por si fuera poco, contribuyó con sendas canciones para las bandas sonoras de algunas películas, y hasta se atrevió a hacer un humilde cameo en la cinta “Singles”, que dirigiera Cameron Crowe en el año 1992. La cinta es una comedia romántica situada en Seattle, en pleno apogeo roquero de la generación X. Es una historia coral protagonizada por Bridget Fonda y Matt Dillon, que narra las anécdotas de un grupo de jóvenes en un conjunto habitacional. Nosotros los vemos lidiar con una existencia que alterna empleos mal pagados, amores no correspondidos y clubes de rock n’ roll.

Cornell aportó dos temas (“Seasons” como solista y “Birth Ritual” con Soundgarden), y compartió una simpática escena con Matt Dillon. Su personaje, que era básicamente él mismo, reaparece varios minutos después en un pub haciendo de vocalista de una banda ficticia. El breve momento que le dan es suficiente para hacer de las suyas en el decorado.

Para la escena de la banda, Crowe tuvo cuidado de capturar parte de esa presencia robusta que caracterizaba a Cornell. Siempre fue un frontman excepcional, no cabe duda. El escenario lo convertía en una escultura pétrea de presencia vibrante. Con el gesto bronco y el fervor colectivo, subyugaba a todos con sus cuerdas vocales: su tesitura de barítono era capaz de alcanzar las notas más profundas, e incluso las más altas para un tenor, gracias a aquella gruta rugosa que contenía en el pecho.

Sin embargo, hay que apuntar que su música nunca protagonizó grandes momentos del cine, como sí lo han hecho las canciones de Iggy Pop (“Trainspotting”), The Doors (“Apolypse Now”), The Rolling Stones (“Goodfellas”), Elton John (“Almost Famous”), Alice Cooper (“Dazed And Confused”) y Queen (“Shaun Of The Dead”), por citar unos pocos.

Aunque, si bien sea un ejemplo menor, vale mencionar a la cinta “Colateral”, realizada por Michael Mann en el año 2004. En ella seguimos a un taxista (interpretado por Jamie Foxx) que se verá obligado a ser el chofer particular de un sicario inclemente (llevado a la vida, con inusual contención y originalidad, por Tom Cruise). La elección de grabar la película en digital le permitió a Mann aprovechar los opacos callejones de Los Ángeles. En una secuencia, suspende la trayectoria de la pareja inusual e inserta un cuadro contemplativo, al compás de “Shadow In The Sun” de Audioslave. El realizador aprovecha para mostrar esos contornos urbanos que suelen poblar la noche, los neones desvencijados donde los criminales se suelen cobijar. De pronto, un coyote se apodera del encuadre. Aquella bestia solitaria observa a los pasajeros del vehículo: acaso sean un reflejo mutuo, animales nocturnos en busca de sustento. La letra de Cornell concluye la imagen al cantar quietamente: “Y puedo contarte por qué / la gente muere en soledad / Puedo decirte que yo / soy una sombra en el sol”.

Esa era la poesía de Cornell. Algo sombría, pero plena de retórica surrealista y juegos de palabras. Sus versos no confinaban solo un estado de ánimo, y más bien eran un conjunto de asociaciones líricas que buscaban la armonía del verbo y la acústica del fraseo. Por supuesto, había sentimientos, pero primaba sobre todo un yo poético que se fundía con la melodía a través de la palabra hablada.

Su tema más conocido, “Black Hole Sun”, congrega estas características: las alegorías lúdicas y macabras se mueven al compás de un riff circular. La solemnidad de la interpretación contrasta el absurdo que narra la canción. El video, dirigido por Howard Greenhalgh (y considerado uno de los mejores videoclips de todos los tiempos por la revista Rolling Stone), alterna retratos alucinantes de los habitantes de un suburbio que es literalmente absorbido por un agujero negro de naturaleza lisérgica. Una lúgubre estrofa parece esconder mucho más: “En mis pies / un sueño ambulante / Y mi juventud / ruego se salve / Cielos alejen / al infierno de mí / Ya nadie canta / como tú, nunca más”.

En el año 2002 tocaría la fama nuevamente junto a Audioslave, con quienes produjo tres discos antes de separarse. Su primer videoclip le sería encargado a Mark Romanek, el realizador responsable de algunas de las mejores piezas audiovisuales de los noventas, como “Closer” de Nine Inch Nails, “Bedtime Story” de Madonna, “Hurt” de Johnny Cash o “Devils Haircut” de Beck.

El sencillo elegido fue “Cochise”, un latigazo directo, asentado en la musculatura rítmica de Brad Wilk y Tim Commerford. Unos frondosos contraluces dominan la mayoría de los encuadres, gracias a las mil explosiones que ocurren en el fondo de la composición. Los destellos tratan de darle réplica al estruendo de la performance, pero poco pueden hacer: su estallido no se compara a la visión de Tom Morello galvanizando el aire con el cobre electrizado de su instrumento, mientras Cornell vocifera con la fuerza de una pantera hambrienta.

Y tal vez debamos agradecer un poco a esa nueva luz, sin la cual no hubiera sido posible la participación del compositor en “Casino Royale”, de Martin Campbell. Daniel Craig daría vida al nuevo James Bond, uno menos sofisticado y reflexivo, pero enérgico y rebelde. Cornell viste de gala su pluma y deja que los tradicionales golpes de trompeta del 007 acompañen su guitarra. El resultado es un tema que sirve de discurso figurado sobre el nuevo Bond, ahora un sujeto descarnado y esencial. “La sangre más fría corre por mis venas / Ustedes conocen mi nombre”, recita el vocalista, quien parece confesar no solo el aura del agente secreto, sino la suya propia.

Irónicamente, la última canción que grabaría le pertenece a una película. La composición y el film comparten el mismo nombre: “The Promise” (La promesa). El director es Terry George (el mismo responsable de “Hotel Rwanda”). El argumento narra un triángulo amoroso ubicado en los días finales del Imperio Otomano. Dos hombres (interpretados por Oscar Isaac y Christian Bale) competirán por el amor de Ana (Charlotte Le Bon), mientras tratan de sobrevivir el peligro del clima político que los asola. El dilema es aludido por la canción, que le susurra al amor con sencillez: “Mi alma ahora / se extiende tras la raíz / hacia tu recuerdo / Retorno en espacio y tiempo / para llevar a casa / los rostros y los nombres / Y estas fotografías tuyas / salvadas de las brasas”.

Y el fin llegaría por su propia mano. Chris Cornell, criatura del Olimpo y fiera impasible del rock, ha vuelto la mirada hacia el vacío del éter. Pero hagamos como que no está tan lejos, al menos; como escuchándolo aún. Hasta tal distancia nos costará alcanzarte aún, hermoso coyote crepuscular. Y mientras tanto, dile hola al cielo tuyo. Nosotros te cantaremos, como aquella mañana que tallaste una elegía en el lugar que tú y los tuyos nombraron como el templo del perro, y que erigieron para aullar por el duelo del hermano muerto. “Por favor, madre de la misericordia / Arrástrame de este lugar / y de las largas condenas / que guardo en mi mente / Las palabras nunca escuchan / y los maestros nunca aprenden / pero estoy cálido por las velas / aunque sienta mucho frío para arder”. No ardas más, lobezno pardo, rey animal, Apolo celeste; más bien, saluda al cielo, que aguarda por ti.

En Cinta

#losquesolohablandecine Lo último del mundo del cine. Lo que nos interesa, siendo honestos. facebook.com/EnCintaPeru twitter.com/encinta