En Cinta Viernes, 28 abril 2017

«[wi:k]» es una película peruana sobre tres amigos que viven aburridos en la ciudad de Lima

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Escribe: Alberto Castro (@mczorro) / Fotos de: Lalo Rondón

Tres amigos pasan los días aburridos y sin saber qué hacer con sus vidas, en una ciudad en la que parece que nunca pasa nada. Esa es la premisa de «[wi:k]» (el título viene de week, ‘semana’ en inglés, que hace referencia a los siete días en los que transcurre la película), ópera prima de Rodrigo Moreno del Valle que se estrenó la semana pasada en la cadena Cineplanet y que lamentablemente fue sacada de cartelera en este breve lapso de tiempo. Felizmente la Sala Armando Robles Godoy del Ministerio de Cultura, el Centro Cultural de la Católica y Cine Médium la siguen exhibiendo y les sugiero que la busquen cuanto antes, ya que se trata de una de las mejores películas peruanas que se haya visto en los últimos años.

Más que un retrato generacional en Lima, la cinta ofrece una fotografía de un momento de la vida, esa transición de la adolescencia a la adultez, ese nudo en el que uno todavía es insuficiente (económica y socialmente) para sobrevivir solo, pero se siente grande y frustrado por lo poco que hace, por lo lejos que aún se encuentra de sus grandes sueños. «[wi:k]» se grabó entre el 2014 y el verano del 2015, y se hizo a la guerrilla: es decir, el director y el equipo técnico reducido salían a grabar con los recursos que tenían a la mano, en espacios y con elementos prestados de amigos y en los tiempos libres que tenían de sus horas laborales. Es por ello que tomó tanto tiempo terminar la película: se solía grabar los fines de semana, cuando todos estaban libres.

Foto: Lalo Rondón

Foto: Lalo Rondón

Rodrigo Moreno del Valle nos cuenta un poco más sobre las influencias que lo llevaron a crear la película:

«[wi:k]» es una película de lenguaje económico, con influencia del mumblecore, aunque no propiamente mumblecore. «25 Watts» influyó mucho su realización. También Andrew Bujalski con “Funny Ha Ha” y “Mutual Appreciation”; así como los hermanos Duplass. Para mencionar películas que me gusta y que podrían también haberse metido, del cine argentino mencionaría películas como “Bolivia”, “Pizza, birra, faso» o “Mundo Grúa”. Bebo mucho de Jim Jarmusch y John Casavettes, aunque mi cine no se parece en nada al de este último.

Pedro Pablo Corpancho, Piera del Campo y Jean Phil Arrieta integran el trío protagónico, todos nuevos en la pantalla gigante. Originalmente se había pensado en un reparto con cinco protagonistas, pero por la misma naturaleza de la realización (proyecto guerrilla, con horas de rodaje extremas y todo ad honorem), dos de ellos desistieron a medio camino. Fue en ese momento que Rodrigo decidió concentrarse en los tres que quedaban y presentarles una nueva propuesta. Pedro Pablo cuenta:

Lo que Rodrigo nos dijo fue que había escrito una película para nosotros, pensando específicamente en los tres. De ahí, la idea empezó a rebotar un montón, ya que leíamos lo que él nos daba y a partir de eso improvisábamos cosas que él e Illary Alencastre (coguionista) iban metiendo en el guion. Más que nada era decir los diálogos que habían escrito, pero con nuestras propias palabras. Hasta el día del rodaje las cosas han ido cambiado: fue una película de mucho juego, porque nunca paramos de crear.

Foto: Lalo Rondón

Foto: Lalo Rondón

Es por esto que «[wi:k]» funcionó casi como una creación colectiva, algo a lo que le venía bien el pasado en la improvisación de los tres protagonista, este arte popularmente muy ligado a la comedia, pero que, según Pedro Pablo, también tiene otras aristas:

La improvisación es creación y tiene muchos formatos. La mayoría de formatos están ligados con la comedia, eso es verdad. Pero también he hecho impro que no es comedia; por ejemplo, improdrama o impro de formato largo que requiere de una historia mucho más sólida. Yo soy improvisador e igual hago teatro desde hace muchos años, pero toda mi vida quise actuar en cine. Por eso, cuando Rodrigo me lo propuso le dije que ya, tanto así que no lo dejé en paz hasta que la película se hizo.

Al tratarse de una película que buscaba retratar la cotidianidad de este grupo de amigos, básicamente situándose en la inacción, los actores tenían que cambiar el chip de reaccionar a cosas (en la improvisación de comedia se reacciona mucho a lo que dice el otro y se responde de igual manera) y más bien pensar en estados de ánimo, en el mundo interior de sus personajes, en esos momentos en los que no pasa nada: ¿cómo comportarse en esas situaciones? Piera del Campo nos cuenta:

Creo que la impro se nutrió mucho cuando hicimos la película, porque nos enseñó otra manera de improvisar, ya no solo desde la comedia, sino que lo hacíamos desde lo natural, desde la psicología del personaje. En Sandra (mi personaje), me reconocía en esta cosa aguerrida, de chambear, de querer salir adelante; de que si me joden en la calle yo también jodo, no me voy a quedar callada. Creo que en lo que menos nos parecemos es en que Sandra es un poco más parca, no es tan expresiva. En cambio yo soy un poco más eléctrica.

Pedro Pablo, al igual que Piera, es una persona bastante hiperactiva, de buenos reflejos y no pocas palabras, por lo que también tenía que encontrar la forma de construir a un Sapa más introspectivo:

Yo soy un poco inquieto, me muevo un montón; en cambio Sapa (mi personaje) no: es un pata mucho más reflexivo y aislado. Uno tiene que aceptar su personaje como es, quererlo siempre y uno no debe juzgarlo. Porque por mucho tiempo pensé que Sapa era un tipo cool, pero en el camino me di cuenta de que era alguien bastante huevón, que se cree chévere por ser una paria de la sociedad, un apartado, y tuve que aceptarlo así. Pero si juzgas y rechazas a tu personaje, estás fregado, porque no vas a poder interpretarlo.

Foto: Lalo Rondón

Foto: Lalo Rondón

El otro gran personaje de la película, que acoge a estos tres cuasiadultos, es el distrito de Lince, las calles y huecos que recorren. Rodrigo comenta que hay dos motivos para haber escogido el distrito, uno más romántico y otro más práctico:

Es un distrito por el que he caminado mucho, que me gusta, porque he vivido muy cerca. Me encanta que mantenga ese romance barrial, de bodega, hay mucha juventud. Y en pocas cuadras encuentras varios mundos, microuniversos distintos. Una zona comercial, algo parecido a un suburbio gringo con callecitas, medio melancólicas, con la luz cálida del alumbrado público. Y me gustaba pasearme por esas calles escuchando música, algo que todavía hago. Es por eso que escogí Lince, porque me pone de alguna forma dentro de la película y porque mantiene esa tradicionalidad y una oda al hueveo. Por el lado más práctico, también la escogimos porque los permisos para grabar no cuestan en ese distrito: una explicación menos romántica, pero que nos ayudó para hacer la película.

Y si bien «[wi:k]» nace del recuerdo de Rodrigo de cómo era crecer en Lima en los 90s, no se trata de un retrato histórico de la ciudad, como mencionamos al inicio de este texto, sino que prefiere mostrarnos ese momento de vida que todos hemos atravesado sin importar nuestro año de nacimiento: ese momento en el que hay que tomar decisiones, a regañadientas. En ese sentido, la Lima de los noventas se sigue pareciendo mucho a la actual, como comenta Pedro Pablo:

Siento que Lima por muchos momentos es una ciudad estancada y por eso es que “[wi:k]” no está situada en algún momento de la historia específico, porque podría suceder tanto ahora como hace una década. Su temporalidad es más personal, porque creo que todos hemos pasado por esa sensación de ver el cielo gris limeño y estar aburridos de la ciudad y de la situación en la que te encuentras. Esa época de qué aburrido, qué calor, qué hacemos, hagamos algo, justamente alrededor de los 20 o 21 años de edad, cuando no tienes plata, no tienes chamba, tus viejos ya no te van a dar dinero y quieres ir a la playa: pero no puedes. Y está la opción de chambear, pero como chibolos huevones que aún no abandonan del todo el hogar, no quieren. Es esa etapa en la que juegas a ser adulto, pero en verdad todavía eres un chibolo.

“[wi:k]» ofrece una mirada desidealizada de crecer y madurar, pero tampoco es que caiga en el miserabilismo. Nos presenta una Lima desangelada, pero también a un grupo de jóvenes que se ha dejado arrastrar por la monotonía, ahogar por la ausencia de oportunidades, y que de alguna manera vive complacido en el tedio. Nos presenta la edad de la contradicción y la incoherencia, aquella en la que no podíamos hacer más que quejarnos, pero sin realmente hacer algo al respecto. Esa abulia está tan perfectamente retratada en «[wi:k]» y es precisamente la que golpea tanto al espectador que pueda sentirse identificado.

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