En Cinta Lunes, 30 enero 2017

Esta terrible experiencia en un cine de Cusco se repite todos los días en muchos cines de todo el país

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¡Queremos que nos traten bien cuando vamos al cine!

A ciertas cadenas de cine les sigue importando muy poco las películas y siguen priorizando el circo, la informalidad, el vender como se pueda. Esta semana, nos llegó esta queja desde Cusco, un reclamo que podría replicarse en muchos locales de todo el país, sobre todo en cierta cadena de cine que domina el mercado peruano: Cineplanet (desde el servicio, hasta la calidad de la proyección).

Escribe: Alberto Venero Torres en Alavistaserá Films

Acabamos de ver «Arrival» de Dennis Villeneuve. Me gustaría compartir mis impresiones sobre esta película que he tratado de disfrutar en una multisala en Cusco, pero no puedo. Gracias a una experiencia incómoda en Cineplanet Cusco, se me quitaron las ganas.

Quería comentarles, por ejemplo, el inicio potente de este filme de ciencia ficción, pero no puedo. La señorita que gritaba “delivery” o el joven que entregaba bandejas a gente que levanta las manos antes, me distraía demasiado.

Me encantaría destacar la abrumadora actuación de Amy Adams, pero no puedo. La versión doblada se me hace fastidiosa y no permite disfrutar de interpretación de esta talentosa actriz como una experta LINGÜISTA.

Resaltaría aspectos como la fotografía y la dirección de arte, pero no puedo. Es tan baja la potencia del proyector de la sala, que en las escenas nocturnas, con las justas se distinguen siluetas de los personajes. Supongo que los dueños del cine se quieren ahorrar dinero en la renovación de sus equipos.

Quisiera recomendarles que presten atención a la hipnótica música de Jóhann Jóhannsson, pero no puedo. La bulla de explosiones y balaceras de las salas contiguas se filtra en los momentos más sensibles y sonoros de la historia.

A pesar de todo, me agradaría quedarme en la sala para saber quiénes fueron los responsables de esta magnífica película, pero no puedo. Un segundo antes de que aparezcan los créditos finales, se encienden las luces, aparece un empleado para recordarnos “que las salidas están ubicadas en la parte de abajo” y las encargadas de limpieza comienzan hacer su trabajo cerca de mi asiento.

Trataría de buscar el famoso libro de reclamaciones de la empresa para expresar mi incomodidad, pero no puedo. Una vez en el camino de salida, es tan largo el recorrido para volver a ingresar al cine, que hasta mi sombra se fatiga.

Aconsejaría ir a otro cine en Cusco, pero no puedo. Después de la tragedia de Larcomar, recién las autoridades locales se pusieron a trabajar y ordenaron, por medidas de seguridad, el cierre temporal de Cinerama, la otra cadena que trabajaba acá y cuyo local quedaba en un doble sótano.

No quiero aburrir a nadie con todo lo escrito, pero creo que el buen trato al público debe ser la razón de ser de las cadenas de cine en cualquier lugar del Perú.

¿O acaso la comodidad que pido está en otro sitio del universo?

Cusco, 25 de enero de 2017

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