En Cinta Sábado, 24 diciembre 2016

«Elle» es un magistral relato sobre el sexo, la violencia y las dinámicas de poder

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Imagen: Sony Pictures Classics

Escribe: Terina Flores Castillo (@rosebud8421)

‘La vergüenza no es una emoción suficiente para impedirnos hacer nada’ – Michelle Leblanc.

La primera vez que vi «Elle» fue en su primera presentación en el Festival de Lima, el sábado 13 de agosto, día de la Marcha Ni Una Menos. La sala estaba conformada, en su mayoría, por hombres. Irónicamente, escuché muchas risas en los momentos en los que probablemente yo estaba apenada o con el corazón en la boca, escuché comentarios machistas por doquier y grandes alabanza sobre la película luego de terminada su función. Entonces supe que «Elle» era una película desafiante, sumamente polémica y controversial. Se trata de un thriller enfermizo, bañado en la comedia más negra y ácida que podamos imaginar. Una película que, sin lugar a dudas, invita a la discusión, tanto desde lo cinematográfico, como en lo social y psicológico.

Paul Verhoeven, el director, decide abrir la cinta con una violación. Y luego de ésta, vemos a la mujer agredida, Michelle Leblanc, que no llama a la policía ni corre al teléfono para avisarle a alguien de lo ocurrido: más bien, compra un gas pimienta y una pequeña hacha, por si es que el individuo decide volver a aparecer. Luego, se nos va presentando a esta mujer en las distintas áreas de su vida. Es dueña de una empresa de videojuegos en la que la mayoría de sus trabajadores son hombres, quienes creen que ella no tiene la capacidad para dirigirla, aunque a ella eso no le importa en lo absoluto. Es madre de un joven sumamente sobreprotegido, incapaz de hacer cosas por sí mismo, quien está con una mujer manipuladora que no lo respeta en lo más mínimo. Es exesposa de un escritor venido a menos, a quien conoce tanto que sabe cómo manejarlo sin que él sea del todo consciente de ello. Se acuesta con el esposo de su socia y mejor amiga y tiene una madre que es novia de un gigoló.

Michelle es dueña de su mundo, ella controla todo lo que está a su alrededor, rodeada de más mujeres empoderadas que toman decisiones, mientras que a los hombres les toca básicamente seguirlas y bajar la cabeza (a regañadientas a veces, pero es lo que toca). Es por eso la importancia de este hombre que la agredió, porque decidió por ella, algo que lo convierte en el motor para la venganza perfecta.

Imagen: Sony Pictures Classic

Imagen: Sony Pictures Classic

Pero hay todavía una capa más para entender a nuestra compleja protagonista: Michelle tiene un pasado retorcido y mediático por culpa de su padre. Cada vez que el caso de George Leblanc, asesino de aproximadamente 27 personas, regresa a la esfera pública, Michelle vuelve a ser despreciada por la comunidad. Ella fue la niña que acompañó al “monstruo” en sus últimas horas de libertad y la gente se convenció de que ella era como su padre. Sabiendo que ella no tuvo nada que ver con el caso, se vio en la necesidad de forjar su imperio a punta de frialdad e indiferencia para con todo lo que la rodea. Este aspecto traumático de su vida también sirve para entender el proceso detrás de su venganza: Michelle no confía en las autoridades y no pediría ayuda, pero una venganza violenta (a la que está dispuesta) se voltearía en su contra debido a todo lo que se dice de ella. Por eso el plan de venganza es bastante más retorcido y requiere de todas sus habilidades de manipulación.

Cuando se descubre quién es el violador, algo que sucede bastante temprano en la película, es que llegamos al verdadero quiebre polémico de la cinta, porque Michelle genera una conexión morbosa con su atacante. La ‘moral’ del espectador va a definir cómo es que interprete todo lo que sucede en la segunda mitad de la película, la forma en la que acepte o rechace a la protagonista y sus decisiones.

«Elle» se convierte en un complejo relato sobre el sexo, la violencia y la manipulación, contado desde el punto de vista de una mujer que no va a aceptar ser víctima y a la que reconocemos en un punto medio hacia ser victimaria: se trata de un fascinante juego de poderes, más complejo aún al sumergirse en un terreno tan delicado y actual como es el de la violencia contra la mujer. Michelle le da la vuelta a la agresión y logra recuperar el poder, porque en ese juego de aceptar al agresor le niega el placer de verla como víctima y esto lo descuadra: la manipulación ha iniciado, porque ella logra atrapar al violador en sus fantasías y en su realidad. Es la heroína de sí misma, ahora y en toda su vida anterior. Esta es la mirada que  es posible escoger para ver a Michelle; pero como mencioné antes, si ven la película con otros ojos, podría generar risas equivocadas y comentarios sutiles defendiendo a la misoginia.

Comprender a Michelle, interpretada exquisita y espléndidamente por Isabelle Huppert, y a Paul Verhoeven va a depender de nuestros propios puntos de vista acerca de la sexualidad humana, la moralidad, el deseo y el poder. Al final, «Elle» solo puede ser dos cosas: la historia de una mujer completamente empoderada o una fantasía machista matizada con adornos de liberación femenina. Sea como fuere, se trata de una fascinante obra sobre las dinámicas de poder, la mejor película que llega a nuestra cartelera en varios meses. 

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