cine , En Cinta Domingo, 17 enero 2016

CRÍTICA: “Joy: El Nombre del Éxito” es una película decepcionante, de la que solo se salva Jennifer Lawrence

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Imagen: 20th Century Fox.

Escribe: Terina Flores Castillo (@rosebud8421)

“Joy: El Nombre del Éxito” es una película de David O. Russell inspirada en la vida de Joy Mangano (la creadora del “trapeador milagroso”). Protagonizada por Jennifer Lawrence, Robert De Niro y Bradley Cooper (tercera colaboración entre O’Russell y los tres actores mencionados), nos cuenta la historia de superación de Joy, una madre de clase media baja con dos hijos , con una mamá adicta a las telenovelas, con un padre explosivo que es empresario local, con una media hermana que le tiene envidia, con un ex-esposo cantante fracasado que vive en su sótano y con una abuela fiel creyente de las habilidades e inteligencia de su nieta.

La secuencia inicial nos muestra una soap opera de la época como para prepararnos y sumergirnos luego en las vicisitudes telenovelescas de la familia de Joy, tan disfuncional como las familias que ha solido presentarnos O’Russell en su carrera. La cinta recurre varias veces a este escape visual, que luego inundará las pesadillas de la protagonista, generando una efectiva metáfora sobre su situación de prisionera de su propia familia: lamentablemente, en algún momento se abandona esta herramienta y no vuelve más. Lo mismo sucede con la narración en off omnipresente de la abuela de Joy, la cual resulta confusa en sus predicciones y se extravía en algún momento del desarrollo de la película. «Joy: El Nombre del Éxito» se niega a contar la historia de forma convencional o lineal, pero recurre torpemente a sus recursos audiovisuales, ya que no tiene claro a dónde va con todo ello.

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Imagen: 20th Century Fox.

En cuanto a la construcción del personaje central, resulta facilista el dibujo que se hace de una mujer independiente, impuesta desde diálogos en los que proclama que no necesita a un príncipe para ser feliz, porque vuelve al mensaje redundante: su caos familiar y la forma en la que se impone ante todo es suficiente para leer al personaje así. O’ Russell suele escribir personajes femeninos fuertes y obstinados, en los que Lawrence calza a la perfección, pero lamentablemente Joy es solo un bosquejo: demasiado buena, demasiado pulcra, demasiado santa. Si se cae, se vuelve a levantar, y si bien es un mensaje motivador de emprendimiento, no existen matices o grises que permitan que el personaje vuele más alto. Su secuencia más oscura (en la que amenaza al hombre que ha estado estafándola) apenas si logra ensuciarla un poco. Esa explosión familiar tan perfecta de «El Peleador» (la mejor película de O’Russell) nunca aparece por aquí: los detonantes internos en casa se quedan como eso y jamás son explorados.

Eso sí, Jennifer Lawrence logra salir bien parada de la película y la levanta, sacando adelante a un personaje mal construido, pero hermosamente actuado. Lo malo es que la cinta toma tantos caminos, que al final pareciera que el gran héroe es el ‘trapeador’ que inventa, cuando ese ‘trapeador’ pudo haber sido solo una excusa para dar paso a temas más relevantes y profundos.

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Imagen: 20th Century Fox.

Otra parte de la película que vale la pena mencionar (aquí es donde ocurre un quiebre importante; pero como todo lo anterior, se queda en el “pudo ser”) es cuando Joy conoce a Neil Walker (Bradley Cooper) el ejecutivo de la QVC que deja que ella le muestre su gran invento y se pasean por las instalaciones de este estudio de televisión dedicado a las televentas el mismo día que se conocen. La QVC se convierte en el mundo de las oportunidades irreales. Se podría pensar que se formaría algún tipo de alianza o complicidad entre estos dos personajes para seguir adelante con el éxito que sabemos en el que terminará la película, pero se pierde el ritmo y la dinámica entre ambos, para verlos interactuar vagamente una última vez en el desenlace de la película.

«Joy: El Nombre del Éxito» decepciona ya que posee ideas e intenciones que pudieron dar lugar a una gran película. Pero se pierde en sus propios laberintos . Felizmente Jennifer Lawrence no se cae actoralmente por todos los problemas narrativos, si no que sabe justificar su personaje y aporta el único soporte de la cinta.

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