cine , En Cinta Viernes, 8 enero 2016

Estas 5 películas despertarán a tu niño interior

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El solo ver esta imagen nos llena los ojos de lágrimas, caracho.

Escribe: Vladimir Soriano Galarza

Luego de que tantas secuelas, remakes y reboots de títulos y sagas clásicas han alcanzado éxito comercial hoy en día, está más que comprobado que todos somos unos nostálgicos. Pero bien tenemos razón para serlo, ya que siempre guardaremos un lugar especial en nuestra memoria y corazón para aquella época de pequeños, cuando todo parecía ser más fácil y solo deseábamos crecer de una vez para, según nosotros, “tener más libertad”. Ah, ¡que inocentes e ilusos éramos!

Parte importante de nuestra infancia son esas películas con las que crecimos: cada época ha tenido sus respectivos títulos que dejaron huella, que definieron generaciones. Sin embargo, también hay películas actuales que han sabido conservar esa magia de antaño y, además de acercarse a las nuevas generaciones, saben recurrir a la nostalgia para despertar al niño interior dentro de nosotros adultos.

A propósito del estreno de «Snoopy y Charlie Brown: Peanuts la Película», una cinta que ha sabido mantenerse fiel al universo de la tira cómica y está a la altura de los especiales originales, me animé a hacer un pequeño listado de películas que nos hacen añorar esas épocas más sencillas, más inocentes, recordar con una lagrimita en el ojo a ese niño que sigue jugando dentro de cada uno de nosotros.

5. «Stardust» (2007) de Matthew Vaughn

¿Se acuerdan como era el cine de fantasía familiar antes de «El Señor de los Anillos», cuando ninguna intentaba emular a la épica de la saga dirigida por Peter Jackson? Matthew Vaughn (sí, el mismo de las geniales “Kick-Ass” y “Kingsman”) dirigió esta película, basada en una obra de Neil Gaiman, que bien podría haber sido hecha hace 30 años y sería exactamente igual. Claro que, con la tecnología actual, logra un mejor acabado, sin abusar del CGI – solo recurre a la animación digital cuando es necesario.

Allá por el 2007, esta película fue mal promocionada como la nueva “Narnia” o algo de ese estilo, y el público, aburrido ya para ese entonces de este tipo de películas, la pasó por alto. Nada más lejos de la realidad: «Stardust» apela más a un cuento de hadas alocado, con una historia auto-conclusiva (olvídate de las interminables secuelas) y un humor ácido (tiene algo de esa onda satírica y negra de «Shrek», aunque también me recuerda al humor de las películas ochenteras) que se puede ver y disfrutar en familia.

Esta es la historia de un joven campesino que debe buscar una estrella caída del cielo para poder ganarse el amor de la chica de sus sueños, en un viaje en el que descubrirá más de su pasado, conocerá pintorescos personajes, huirá de un príncipe asesino que quiere ser rey y enfrentará a una sádica bruja, interpretada por la gran Michelle Pfeifer. Mucho ojo con el divertido (y entrañable) personaje que interpreta Robert DeNiro.

4. «Wreck-It-Ralph» (2012) de Rich Moore

Una para recordar la época de los arcades o “maquinitas”. Las consolas no estaban al alcance de todo el mundo, y en lugar de ahorrar para una, nos gastábamos de sol en sol una fortuna con estas cosas. Aunque también habían juegos que eran exclusivos para los arcades: ¿quién no ha jugado nunca “House of The Dead” o alguna “Street Fighter” en una de esas cosas? Pero al día de hoy, con todos los emuladores, juegos online y guerras de consolas, han quedado algo olvidados.

Disney se encargó de rendirles un genial homenaje con esta película, que injustamente perdió el Oscar de Mejor Película Animada en su año contra «Brave» (aunque, a decir verdad, la ganadora de ese año debió ser “Paranorman”), en la que aparecen personajes conocidos de videojuegos y otros que han sido creados exclusivamente para la película, pero que tienen un gran parecido con personajes reales de juegos.

En una sala de juegos arcade que cobra vida de noche (y los personajes interactúan entre ellos a escondidas de los humanos), un villano llamado Ralph está harto de no recibir la misma aceptación que el protagonista y héroe de su juego, por lo que decide embarcarse en una aventura por diferentes juegos para demostrar que él también puede ser el bueno de la película. Y en todo ese recorrido de nostalgia, se encuentra una fantástica historia de auto-aceptación y amistad. Imprescindible.

3. «Toy Story 3» (2010) de Lee Unkrich

Intenté no incluir ninguna secuela, pero no pude evitarlo en este caso particular. ¿Por qué solo la tercera parte? ¿No debería ser TODA la trilogía? Y no es que me guste más que las otras, ya que las tres me gustan en igual medida. Pero si hablamos de sacar al niño interior, creo que esta se lleva todas las palmas y por un importante motivo: la relación entre Andy y sus juguetes es más fuerte aquí que en las dos películas previas, en las que crecimos junto con este personaje humano. Y es imposible no sentirse identificado con eso: con el dilema de crecer y tener que dejar la niñez atrás (no vamos a llorar, no vamos a llorar…).

En una época donde los smartphones y el minecraft han reemplazado el jugar con figuras de acción o muñecas, una película como «Toy Story 3» es un right in the kokoro. Solo al iniciar la película ya tenemos esa fantástica secuencia de la imaginación de Andy mientras juega con sus queridos Buzz, Woody y compañía; seguido de un montaje que expresa el valor que esos pequeños pedazos de plástico tienen –o tenían- en la vida de cualquier pequeño. Luego seguimos con la separación de los animados juguetes, su intento de adaptarse en la ya mítica guardería Sunnyside, el enfrentamiento a la dictadura de Lotso y todos esos momentos geniales que hacen de esta película una de las mejores del estudio Pixar (sino la mejor).

Imposible no llorar con la escena final en la que Andy, antes de ir a la universidad, deja a sus juguetes con la pequeña Bonnie y juega con ellos por última vez. Lástima que vayan a hacer una cuarta película, porque ese momento cerraba perfectamente la trilogía.

2. «La Gran Aventura LEGO» (The Lego Movie, 2014) de Chris Miller y Phil Lord

Completamente ignorada por el Oscar del año pasado y demasiado incomprendida por muchos: «La Gran Aventura LEGO» es ese proyecto que pudo terminar como un simple comercial de los cubos de plástico en el título, pero con esos dos capos a la cabeza (Miller y Lord) el resultado fue espectacular. Si «Toy Story 3» es una película sobre el valor emocional de los juguetes y el proceso de crecer, esta película tiene un mensaje mucho más claro: nunca te olvides de ser niño.

Sí, sí, huele a mensaje sobre-explotado y visto mil veces. Pero «La Gran Aventura LEGO» realmente sabe cómo atraparte y hacer del mensaje parte de la trama: esta película encierra un TREMENDO giro argumental (el cual no develaré, porque fácil alguien todavía no la ha visto) en su tercer acto, que te cambia toda la perspectiva de la historia que te estaban contando hasta ese momento. No significa que los dos primeros actos sean inferiores: de hecho, son excelentes y desbordan originalidad. Pero ese giro final termina de cerrar un contundente mensaje en pos de la creatividad, de la libertad, del anti-sistema (¿LEGO anti-sistema? Raro, pero sí), tan everything is awesome. Una meta-película que habla sobre el estado de la industria del entretenimiento y la manipulación del imaginario de una población.

Lo único que deben saber si es que no han visto la película todavía es que nuestro protagonista es Emmet –cuya voz en inglés es de Chris “Star Lord” Pratt-, una figurita de LEGO convencional y sin nada especial que es confundido como ‘el elegido’ de una rebelión que busca detener al presidente Negocios –en la voz de Will Ferrell-, que quiere que todo el universo de LEGO sea a su voluntad, rutinario y manejable. Dobles lecturas everywhere.

1. «Where the Wild Thing Are» (2009) de Spike Jonze

El aclamado realizador de «Being John Malcovich» y «El Ladrón de Orquídeas» fue el encargado de adaptar este popular libro infantil, sobre un chico llamado Max que crea seres fantásticos con su imaginación. Y cuando salió la película, la gente simplemente no supo qué pensar, ya que nadie esperaba algo así de una cinta ‘para toda la familia’.

Lo cierto es que Jonze creó una película única, que toma como base el famoso cuento para hablar sobre la psicología del personaje de Max, quien viene de una familia muy disfuncional. Ese mundo de los monstruos al que huye, visto de una manera superficial, simplemente no tiene sentido: las criaturas actúan raro, son violentas por momentos y amables en otros. Los escenarios y los diálogos pasan sin conexión aparente. Pero todo esto, que puede sonar mal a priori, está hecho intencionalmente para introducirnos en la mente confundida del pequeño Max y su mirada del mundo real. Esa lectura en paralelo de la fantasía, una visión oscura y desolada, es lo que hace tan magnífica la película.

Ese mundo de fantasía que es su refugio (y donde va a pasar prácticamente toda la película), es también su espacio privado, su momento a solas consigo mismo. Todos, y digo TODOS (así no hayamos sido solitarios de pequeños), hemos pasado por esto al menos una vez cuando éramos niños. Sí, nos divertíamos con nuestros juguetes, con los arcades, salíamos a jugar con nuestros amigos, en la calle o en la escuela; pero todos nos hemos encontrado en algún momentos solos en nuestros cuartos, simplemente pensando en darle una explicación o una solución a todo. Creemos tener el control de nuestro mundo imaginario, pero eventualmente debemos volver a la realidad.

Esta es la película que apela al lado más humano de nuestra infancia. Puedes haber crecido con ciertas películas o videojuegos (o con ninguno), pero lo que Spike Jonze expone en “Where the Wild Things Are” no deja indiferente a nadie. Siéntete niño otra vez y déjate llevar por esta genial rareza.

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