En Cinta Viernes, 31 julio 2015

¿Cuántos peruanos vieron «La Herencia» en su estreno? ¿Vale realmente la pena verla en el cine?

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Primero, el dato taquilla de Alberto Castro (@mczorro)

Star Films decidió estrenar la comedia nacional «La Herencia» el 23 de julio en más de 90 pantallas en todo el país, para poder aprovecharse del fin de semana largo de Fiestas Patrias, uno que ya le había rendido frutos al cine peruano en el 2013, cuando «Cementerio General» llevó a 218 mil espectadores en su fin de semana de estreno. El resultado: fueron 94 mil espectadores los que fueron a verla en su primera semana en cartelera, una cifra decente si se mira el total, pero bastante débil si nos acercamos a verla de cerca.

«La Herencia» ingresó en el cuarto puesto de la taquilla general del feriado largo, consiguiendo el peor promedio por sala de los ingresos de la semana. ¿Esto qué quiere decir? Que fue la película que menos salas llenó. Era obvio que «Minions» iba a arrasar en la taquilla (fueron 831 mil espectadores los que congregó en el feriado), pero hasta «Exorcismo en el Vaticano» logró convocar más gente en bastantes menos salas.

La semana del 23 al 29 de julio podría dividirse en dos fines de semana: «La Herencia» logró llevar a 45.3 mil espectadores en su primer fin de semana natural y a 48.6 mil espectadores en el feriado de Fiestas Patrias. Con estas cifras (pueden comparar cualquiera de las dos y saldrá lo mismo) se convierte en el quinto estreno peruano más visto del año, por debajo de «Asu Mare 2» (imposible superar esos 824 mil espectadores), «Al Filo de la Ley» (69 mil en su primer fin de semana), «Macho Peruano Que se Respeta» (Carlos Vílchez llevó a 68 mil espectadores) y «La Entidad» (58 mil espectadores).

Hay gente preguntándose por qué la han sacado tan rápido de cartelera (lo cual es medio falso, ya que se mantiene en alrededor de 30 pantallas en todo el país); la respuesta: se trató de una apuesta de comedia familiar, el género que más vende en nuestro país, estrenada en el feriado que más gente convoca a los cines todos los años y terminó con una asistencia demasiado fría para lo esperado. Y no se trata del tipo de películas que calientan con el tiempo (como sí son los dramas o las películas de festival, que se generan boca a boca en circuitos reducidos).

Star Films ha podido protegerla dentro de su propia cadena (se mantiene en todos los Cine Star del país), pero el resto de cadenas ha preferido mantener «Minions» y permitirle la entrada grande a «Píxeles» (Adam Sandler SIEMPRE vende en nuestro país), como las dos apuestas familiares que han monopolizado la cartelera. Allí está nuestro boom de cine comercial peruano.

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Y luego, la crítica de Rodrigo Bedoya (@Zodiac1210)

“La Herencia” es una comedia en la que un grupo de hermanos de padre que no se conocen deben pasar un día juntos en la misma casa para recibir la herencia que les ha dejado su progenitor. Gastón Vizcarra, el director del filme, plantea su cinta a partir de las diferencias entre los personajes: la familia acomodada de la costa, la mujer fuerte de la sierra y los emprendedores de la selva. Todos con características muy distintas y en apariencia insalvables, pero que poco a poco se irán haciendo cada vez más unidos en base a la tolerancia y el respeto.

Muchas comedias explotan las diferencias entre sus personajes para producir humor. El problema con “La Herencia” es que esas diferencias nunca se traducen en acciones concretas que permitan hacer avanzar la acción, sino que se basan en chistes verbales o en explicaciones que definen a los personajes. De esta manera, lo que vemos es simplemente una acumulación de chascarrillos que se van haciendo repetitivos, como si decir una y otra vez las características de los personajes hiciera aumentar la gracia de las situaciones. Ocurre todo lo contrario.

El concentrar el humor en lo verbal hace que el filme descuide su puesta en escena, su capacidad para generar risas a partir del ritmo, del descontrol o del absurdo. Esta ausencia de ‘timing’ hace que el filme nunca fluya de forma orgánica y coherente: cada secuencia se siente desconectada de la otra, como si se trataran de sketches acumulados uno sobre otro. Tal acumulación no genera gracia: por el contrario, la carencia de ritmo para hilvanar las secuencias hace que poco a poco nos dé lo mismo lo que ocurre con los personajes y que no nos importe si conseguirán su objetivo de quedarse con lo que les toca de la herencia.

Vizcarra, quien ha sabido crear algunos cortos más que interesantes como el excelente “Ukuku”, aún no demuestra esa capacidad en el largometraje (debutó en el cine con «El Guachimán»). Ojalá lo consiga pronto.

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