En Cinta Domingo, 22 mayo 2016

Esto es todo lo que necesitas saber sobre «WIK», película peruana que participó en el BAFICI 2016

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Rodrigo Moreno del Valle e Illary Alencastre Pinilla estuvieron detrás del guion de «WIK», película que nos representó en la Competencia Latinoamericana del último BAFICI.

Escribe: Terina Flores Castillo (@rosebud8421)

«WIK» es el título de la primera película que dirige Rodrigo Moreno del Valle y que lo llevó a la Competencia Latinoamericana del BAFICI 2016 (Festival de Cine Independiente de Buenos Aires). Se trata de una propuesta de bajo presupuesto y casi auto-financiada, cuyo rodaje se llevó a cabo durante 18 días en el 2014 y que pudo completarse gracias al Concurso de Post-Producción del Ministerio de Cultura que ganó el año pasado.

La cinta le sigue los pasos a tres jóvenes que viven en una ciudad en apariencia estática: los seguimos durante una semana, entre calles y casas, mientras descubren un poco más de sí mismos y del mundo en el que viven. Tuve la oportunidad de conversar con el director y con Illary Alencastre Pinilla, con quien escribió el guion, quienes me contaron más sobre esta cinta que espera poder estrenarse a inicios del próximo año. Ojalá que lo hagan: necesitamos más de este cine alternativo en nuestra cartelera comercial.

Imagen: WIK

Afiche oficial de «WIK».

Partiendo de la sinopsis de «WIK», ¿qué los llevó a plantear esta Lima tan aburrida que retrata la película?

Rodrigo: Cuando teníamos la edad de los personajes, digamos entre los 19 y 21 años, había una sensación de que en Lima no pasaba nada, de que todo estaba cerrado; naturalmente por los momentos que ha pasado nuestro país y que tuvieron una fuerte repercusión en el estancamiento cultural y artístico, con muchas diferencias sociales.

Lo que pensamos fue hacer una metáfora de esa ciudad que parece un pueblo vacío con muy poca gente: situamos la película en un verano en el que estos chicos de clase media no tienen plata para irse a la playa; no han ingresado a la universidad y, al no tener nada que hacer, se quedan deambulando por las calles de Lima. Filmamos mucho en Lince, en Jesús María, y en el Centro. La idea fue hacer un homenaje a estos jóvenes olvidados que no tienen rumbo todavía, y termina siendo un pretexto para conocer los conflictos mínimos de la vida misma.

Illary: Creo que también hay una sensación de presión del resto porque ya tienes que decidir, ya tienes que hacer algo. Entonces uno no tiene la calma para encontrar lo que quisiera hacer en verdad.

Actualmente se estrenan películas peruanas en cartelera comercial que tienen entre medianos y grandes presupuestos, y que plantean conflictos un poco alejados de la cotidianidad del espectador actual. ¿Ustedes creen que «WIK» es una película que quiere estar cerca a la gente, a la representación de la vida común del público, en este caso de los jóvenes de clase media?

R: Definitivamente creo que ese es el espíritu del cine independiente que nosotros hemos consumido toda la vida. Cuando empiezo a ver cine latinoamericano, creo que yo también puedo ser cineasta, que no necesito de todo el aparato detrás. Alguna vez escuché a alguien que decía que el cine estaba en la cabeza y que la herramienta solo era eso: una herramienta. Simplemente había que sentarse a escribir, conseguir un partner con el que haya química cinematográfica, agarrar la herramienta y mandarse a filmar. Esa ha sido siempre la filosofía de Arrebato Cine.

Yo mismo vengo haciendo cortometrajes de gran factura, por así decirlo, en el sentido de la cámara gigante, miles de luces, equipos técnicos que podrían incluso costar toda la producción de «WIK». Pero parte de nuestra motivación era hacer cine como el que nos gusta, desde «25 watts» de Stoll, pasando por Perrone y Eimbcke, directores a los que llegábamos y sabíamos que nos contaban simplemente una historia completa. “Agarrar la cámara y hacer una película”: ese fue el esquema de nuestra producción, logró hacerse más íntimo de esa manera.

I: Creo que en nuestro afán por hacer algo íntimo y que tuviese verdad, queríamos mucho que la relación entre los tres actores sea verdadera y, de hecho, ellos son amigos en la vida real: era importante que fuera una relación súper natural y orgánica.

Imagen: WIK

Imagen: WIK

Ahora que mencionan que los tres protagonistas son amigos en la vida real, ¿cómo fue su proceso de selección del reparto?

R: Fue muy natural, ya que nosotros teníamos un proyecto para hacer una serie web y estábamos chambeando las ideas con el colectivo Imprología, que es un grupo de impro teatral con gente mucho más jóven que nosotros. Luego, al salir la idea de «WIK», les propusimos hacer algo con lo que ya estaban armando y les gustó la idea. Nos sentamos a escribir como locos. Luego los convocamos para que actuaran; no teníamos ni un mango: se trataba solo de pedir una pizza, escribir y reescribir; y ensayar en el techo de nuestra casa y en la sala.

I: Teníamos un guion que fue reestructurándose gracias a los cambios que ellos iban sugiriendo en las lecturas. El proceso fue súper teatral y de hecho es algo que nos gustaría mantener en la línea de Arrebato Cine, o sea como forma de trabajar películas: nos gustó comprometer a actores en el proyecto ya que estuvieron con nosotros cuatro meses aceptando el juego. Era muy importante que hubiera algo de ellos mismos en los personajes: no queríamos hacer una película con viejos haciendo de jóvenes.

R: Queríamos buscar una especie de verdad fílmica, no poder reconocer caras conocidas. Sin embargo, hay una secuencia de la película donde sale Norma Martínez, que es muy amiga mía y yo quería que esté por un tema ya casi cabalístico, porque ha estado conmigo en varios cortos y me ha enseñado mucho de dirección de actores. Fue mi gran maestra mucho tiempo, entonces yo quise darle un papel importantísimo, pero a la vez muy chiquito.

¿Cómo llegaron a estrenar la película en le Competencia Latinoamericana del BAFICI (Fesival de Cine Independiente de Buenos Aires)?

R: Nunca lo esperamos. Conozco el BAFICI desde hace varios años por la revista “El amante” que me traía una tía que iba y venía de Buenos Aires. Ganamos el premio de post-producción del DAFO (Ministerio de Cultura del Perú) y con eso pudimos terminar la película con un nivel que nosotros no esperábamos en un principio, porque empezamos muy independientemente. Luego entró en sociedad Playpost, que es una casa de post-producción con la que vengo trabajando en comerciales hace muchos años, con quienes el feeling siempre ha sido cinematográfico. Se apostó por la película, se pudo pagar todo esto y se empezó a armar un cronograma. Dentro de ese cronograma llega una amiga, que ahora está manejando el tema de festivales hasta cierto punto de este año, y ella nos asesoró a disparar a las selecciones de diversos festivales.

I: Ahí empezamos a pensar seriamente en el futuro de la película, porque hasta ese momento habíamos estado más concentrados en terminarla. Ya con premio en mano y en conversaciones con nuestra asesora, comenzamos a hablar del camino que debía recorrer «WIK». Los tres decidimos que el BAFICI sería nuestra primera gran apuesta, y logramos entrar.

Imagen:  WIK

Imagen: WIK

¿Y ya han pensado en algún tipo de estreno comercial en Perú?

R: Nosotros pensamos que sería bonito estrenar en verano, pero todo depende de cómo le va a la película en los festivales este año. No tenemos actores conocidos, y es bien difícil llevar gente a las salas con una película como «WIK», entonces tal vez una serie de selecciones o con una mística alrededor pueda ayudar a que sea comercial. Definitivamente, vamos a postular al concurso de DAFO Distribución II.

¿Qué opinan del supuesto boom del cine peruano? ¿Creen que estamos en uno?

I: Creo que se están haciendo más películas y eso me parece, por donde se mire, que es bueno. Que se haga más es mejor porque uno aprende haciendo. Si tu primera película no es tan chévere, a lo mejor en el camino vas mejorando y para mi está bien que se hagan todas las películas que se puedan hacer. Tal vez en el fondo para mí hay una pequeña molestia por que no haya mucho esfuerzo en hacer algo mejor para el público: la gente va al cine aceptando que le des historias que no les aportan mucho. No digo que todas las películas tienen que hablar de cosas importantes, pero por lo menos dejarte algo.

R: Yo estoy de acuerdo con eso y creo que, para que haya un boom, tiene que haber una generación preocupada en una política de públicos descentralizada. No solamente en Lima, sino nichos que vean más cine y que estén dispuestos a ver cine diverso y que te rete a algo, no a siempre lo mismo. Esto lo hacen festivales como Lima Independiente o Transcinema, que tienen tres a cuatro ediciones con un cartel programático alucinante y traen películas de cineastas independientes de todo el mundo. Deberían existir más festivales de estos, porque tiene que haber más público desprejuiciado que vea películas distintas. La experiencia en Buenos Aires, también en este sentido, ha sido brutal en cuánto al público: sus preguntas, sus comentarios, sus críticas constructivas.

I: Lo que también hay y no sé a qué responde, es ver casos como el de Jonatan Relayze que postuló 9 veces con «Rosa Chumbe» a DAFO antes de ganar el premio. Incluso con la película ya hecha ha tenido un montón de dificultades para que esté en festivales o para que se exhiba aquí. O como Rosario García Montero que estuvo como 10 años atrás del guion de «Las Malas Intenciones». «Videofilia (y Otros Síndromes Virales)» se demoró un poco menos, pero por cómo se grabó y la misma concepción de la película. Es importante que se hagan más de estas películas más pequeñas en cuanto a lo que se cuenta: no todo tiene que ser el gran evento cinematográfico. Por eso hay que seguir haciendo cine, hemos regresado inyectados de esas ganas del BAFICI.

R: Hay un libro de León de Aranoa que se llama “Contra la Hipermetropía” y justamente trata de ese cine de micro-conflictos mínimos e íntimos. Ese es el cine que queremos seguir haciendo. No creo que haya un boom peruano, pero sí está pasando algo en los países andinos y eso nos lo dijo alguien en el BAFICI: que se venían cosas interesantes en Bolivia, Ecuador y Perú y que era algo en ebullición, por decirlo así.

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