En Cinta Miércoles, 27 abril 2016

Los peruanos Jonatan Relayze y Liliana Trujillo fueron premiados en el BAFICI 2016 por «Rosa Chumbe»

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Este domingo llegó a su fin el 18 BAFICI (Festival de Cine de Buenos Aires), el cual contó con Javier Porta Fouz como director artístico, el gran Peter Bogdanovich como invitado especial y un sentido homenaje a Fabián Bielinsky y al recientemente fallecido Prince. Sin duda, queda como gran ganadora la argentina «La larga noche de Francisco Sanctis», ópera prima de Andrea Testa y Francisco Márquez (la cual también se verá en la selección oficial del Festival de Cannes), que se llevó en total cuatro premios, incluyendo Mejor Película y Mejor Actor (Diego Velázquez).

Foto de: Yin Zhang Films

Los peruanos Jonatan Relayze y Liliana Trujillo fueron premiados en el BAFICI por «Rosa Chumbe». Foto de: Yin Zhang Films

Claro que nuestro verdadero motivo de celebración llega de la mano de la cinta peruana «Rosa Chumbe» de Jonatan Relayze Chiang, que se alzó con una Mención Especial del Jurado y con el premio a la Mejor Actriz gracias a la interpretación de Liliana Trujillo. Otros dos actores nacionales habían triunfado en el BAFICI recientemente: lo hizo Pietro Sibille en el 2004 con «Días de Santiago» y Fernando Bacilio el año pasado con «El Mudo».

A continuación compartimos 6 reseñas de películas que pasaron por el BAFICI este año y ya esperamos ver por acá:

(Reseñas de Rodrigo Bedoya (publicadas originalmente en Páginas del Diario de Satán)

«Las lindas» de la argentina Melissa Liebenthal

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Documental personal, retrato generacional, reflexión sobre la mujer: en la argentina “Las lindas”, la realizadora Melissa Liebenthal entrevista a sus amigas de colegio, a las chicas del grupo que creció con ella. Entre fotos, risas y recuerdos de las primeras fiestas, la directora se ubica en el lugar de aquella que siempre se sintió distinta, acaso por considerarse menos atractiva. O acaso por ser la más alta, la que tuvo un desarrollo corporal más rápido, o por su distinto peinado, o porque no sonreía en las fotos.

Lejos de cualquier declamación pomposa, o de la queja, la directora prefiere construir un retrato íntimo. En él, los personajes entrevistados (y ella misma) se preguntan qué significa tener consciencia del propio cuerpo y cómo entender la feminidad. Desde lo más particular, Liebenthal reflexiona sobre el sentido del ser mujer. Y lo hace con gracia y sinceridad, sin miedo a expresar sus propias dudas y las de sus amigas. Una de las mejores cintas de la competencia argentina.

«John From» del portugués Joao Nicolau

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Un verano caluroso. Una chica que no tiene nada que hacer. El típico aburrimiento de las vacaciones aporta la atmósfera para esta película portuguesa de Joao Nicolau.

Un tedio, mostrado con sensualidad, relajamiento y humor. La notable Júlia Pahla encarna, en su cuerpo y sus gestos laxos, esa apatía adolescente.

Pero, poco a poco, un enamoramiento y la exaltación por el descubrimiento de ese nuevo sentimiento, llevan al filme a un terreno más bien onírico. Es apasionante ver la trayectoria que sigue la película hacia la fantasía, que llega con gran naturalidad y sin tropiezos. De pronto, los edificios del condominio donde vive la joven se convierten en ambientes contrastados, abiertos al misterio o a la aventura. El gris del concreto da paso a una vegetación particular, el aburrimiento se abre al entusiasmo.

“John From” construye un ‘coming of age’ singular. Aquí, hasta lo más trivial adquiere un toque mágico.

«Le Moulin» del taiwanés Huang Ya-Li

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“Le Moulin”, de Huang Ya-Li, es una de las grandes sorpresas de este Bafici.

El documental taiwanés retrata la movida literaria vanguardista del país desde los años 20, con la isla bajo control japonés, hasta las consecuencias de la II Guerra Mundial y la ocupación china, con la que acaba una época dorada de la vida intelectual de la región. Actividad marcada por el culto al movimiento surrealista, entre otras vanguardias literarias y pictóricas, y por un impulso vital que el filme pone en evidencia.

La película construye una historia a partir de los textos dejados por una generación de poetas y escritores que encuentran en la literatura una forma de intervenir en la realidad social para mejorarla. Los poemas que aparecen la pantalla se intercalan con reconstituciones de diálogos y acciones de los personajes mencionados en el filme. Ellos están representados por actores a los que nunca vemos el rostro. Son presencias siempre activas y en tránsito: revisan libros, escriben. Las imágenes valorizan los objetos: papeles, recortes, hojas de diarios, fotos ajadas. Ellos son manipulados por esos seres a los que vemos en sus acciones fragmentadas, como si se repitieran y estuvieran fijadas en un tiempo extendido, como si fueran realizadas por fantasmas atrapados en un limbo atemporal.

“Le Moulin” mezcla la dimensión de lo político con la de lo personal; lo social con lo íntimo. La puesta en escena alterna tiempos e imágenes, tratando de recrear el ímpetu y la euforia de una época de efervescencia creativa que se extingue como consecuencia de conflictos sociales que dejan huellas y acaban con los sueños. La película es una elegía.

«Sunset Song» del inglés Terence Davies

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En “Sunset Song”, Terence Davies cuenta una historia de crecimiento: la de Chris (Agyness Deyn), quien vive con su familia en un zona rural de Escocia a principios del siglo XX. Su padre es brutalmente autoritario y la madre sufre por eso. El tiempo pasa, las jóvenes crecen y los adultos envejecen y mueren. El notable cineasta inglés muestra el discurrir del tiempo como una sucesión de hechos ineluctables. El dolor, la risa, las experiencias sexuales, el amor y la muerte son hitos en el orden natural e inquebrantable de las cosas.

Davies retrata a Chris en su más profunda intimidad, alternando esos momentos de júbilo y tristeza ligados al amor por la tierra y por la comunidad. Cada situación adquiere la formalidad de un rito, con los personajes cumpliendo acciones que parecieran haber sido escritas de antemano.

La fuerza de la película radica en el temple con el que se filma ese transcurrir temporal que alterna sonrisas y lágrimas, cariño y violencia, o momentos de exaltación que existen juntos con otros que, sabemos, desembocarán en la tragedia. Pero siempre hay algo que subsiste a pesar del efecto corrosivo del tiempo: la tierra y, en particular, Escocia; el lugar de la familia y los lazos permanentes.

Las referencias a la independencia de esa tierra celebrada también forman parte de esta serena y muy lograda película.

«In the Last Days of the City» del egipcio Tamer El Said

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El propósito de Khalid, protagonista de “In the Last Days of the City”, película egipcia de Tamer El Said, es hacer una cinta que registre la transformación de una ciudad como El Cairo que, en el año 2009, asiste a cambios políticos y sociales brutalmente agitados. Busca registrar lo actual y lo presente.

Pero “In the Last Days of the City” retrata justamente temas que escapan a cualquier actualidad: el desarraigo, la tristeza por el amor que se va, las amistades que se truncan por el exilio y la violencia. Cada calle recorrida por él está impregnada de una melancolía que lo consume todo. Ningún tipo de revuelta o de protesta puede hacerle frente.

La convulsión social de la primavera árabe está ahí, pero la película prefiere concentrarse en el itinerario de alguien que no sabe cómo enfrentar esos cambios, colectivos y personales, que sobrevienen. La cámara nerviosa muestra el desequilibrio mientras el protagonista recorre la ciudad como un fantasma. Sabe que, acabadas las convulsiones, ciertos dolores seguirán igual.

Una de las mejores películas de la competencia internacional.

«La larga noche de Francisco Sanctis» de los argentinos Andrea Testa y Francisco Márquez

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“La larga noche de Francisco Sanctis”, filme argentino de Andrea Testa y Francisco Márquez, parte de un punto bastante recorrido en el cine: el del hombre común que, de pronto, se ve enfrentado a una situación extraordinaria que se enmarca en el contexto de la dictadura argentina.

¿Importa la naturaleza de esa situación?

No. Lo que es vital en la ópera prima de estos directores es el cambio que produce esa circunstancia en Francisco (extraordinario Diego Velázquez)

De pronto, aquello que parece normal y cotidiano se va tornando siniestro y asfixiante. Todo cambia en la vida del personaje: su familia, su rutina. El uso de los planos cerrados atrapan al personaje en su casa, mientras interactúa con su esposa; una sensación de asfixia se infiltra en lo más profundo de su intimidad.

Testa y Márquez hacen un trabajo notable aprovechando el aspecto nocturno del filme: los contrastes entre la oscuridad y la luz de la calle, además del uso del teleobjetivo (que distorsiona el segundo término de la acción) generan un clima de pesadilla y de absoluta paranoia. Los recorridos del personaje por las calles de Buenos Aires son seguidos por largos trávelin que dan la impresión de encerrarlo en un laberinto o una trampa de la que no tiene salida. Los directores enrarecen las situaciones y generan inestabilidad a partir de un trabajo visual de gran rigor. Todo, hasta lo ordinario, parece contaminado por el peso de la duda y la desconfianza. Y el personaje desciende a ese infierno y lo atraviesa para conseguir su objetivo.

La existencia del hombre común, gris y opaca, se convierte en un aventura casi hitchcockiana.

Esperemos ver “La larga noche de Francisco Sanctis” (que ha sido seleccionada para la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes) en alguno de los festivales que hay en Lima.

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