En Cinta Sábado, 1 septiembre 2018

El portugués Paulo Branco ha producido películas de Manoel de Oliveira, Raoul Ruiz y David Cronenberg

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Entrevista de: Alberto Castro (IG: @mc_zorro)

El portugués Paulo Branco ha producido películas de maestros del cine de la talla de Raúl Ruiz, Manoel de Oliveira, Chantal Akerman, Olivier Assayas y David Cronenberg, sumando en su repertorio más de doscientos títulos. Se trata de una figura del cine independiente a la que le gusta empujar proyectos que le mueven las entrañas, apoyar a nuevos talentos que considera que necesitan ser descubiertos y reivindicar voces añejas del cine que no deben apagarse en medio de un mercado feroz que únicamente busca producir franquicias y piensa en rentabilidad.

Estuvo de paso por nuestro país a propósito del Festival de Lima y tuve el placer de conversar con él, entre correos electrónicos que respondía y llamadas que debía atender, ya que en el momento de la entrevista estaba produciendo, en simultáneo y a la distancia, cinco películas.


Trabajo con David Cronenberg en “Cosmópolis”, protagonizada por Robert Pattinson, cinta presentada en el Festival de Cannes

Trabajó con David Cronenberg en “Cosmópolis”, protagonizada por Robert Pattinson, cinta presentada en el Festival de Cannes

Creo que hay una idea equivocada de lo que hace un productor de cine, como alguien que solo consigue cosas y los fondos. Pero, ¿en qué consiste el arte de producir?

La gente tiene la idea de que un productor es quien aporta los fondos, contrata al director y, cuando se termina una película, gana mucho dinero. Pero las cosas no son así. Hay muchas formas de producir. Cuando se habla de Hollywood, es muy diferente a la forma en la que se produce cine en Europa. Para mí, producir siempre ha sido otra cosa: ha sido intentar hacer existir películas que difícilmente existirían sin mi intervención, con directores que yo respeto, porque aprendí a respetar. He intentado colaborar en la fabricación artística de las películas, aportando ideas y tomando decisiones, y no solo aportando el dinero. Y sigo tratando de hacer eso. He tenido la suerte de encontrar directores que querían trabajar conmigo, como Manoel de Oliveira y Raúl Ruiz. Y creo que nuestra colaboración, para mí fue fantástica, pero para ellos también fue importante. La idea mítica del productor con su cigarro y su limusina, sus vicios también, está lejos de lo que hago yo.

Claro, el trabajo del productor es muy complejo, desde lo organizacional hasta lo creativo. Y tú produces muchas películas al año. ¿Cómo haces?

No sé, todavía estoy aprendiendo. A mí me gusta seguir trabajando con la misma gente, pero al mismo tiempo seguir descubriendo directores. Por lo tanto, se me fue acumulando el trabajo. Hubo un periodo en el que trabajaba con un equipo de gente que conocía bien, y al mismo tiempo estaba descubriendo nuevos talentos. Para no hacer esperar a nadie. Porque creo que cada película debe hacerse con una cierta energía y tiene un tiempo adecuado para hacerse. Por eso ha habido momentos en los que han coincidido tantas películas.

Branco se encargó de producir más de una docena de películas del maestro chileno Raúl Ruiz, desde 1981

Branco se encargó de producir más de una docena de películas del maestro chileno Raúl Ruiz, desde 1981

¿Cómo ha cambiado el trabajo del productor con el cambio de lo analógico a lo digital? Si es que hubiera un cambio importante.

La transición de lo analógico a lo digital no cambia nada. En costos financieros, no cambia mucho, porque los directores siguen siendo exigentes y no puedes simplemente decirles que van a grabar con un teléfono. No, siempre van a querer lo mejor, que es lo normal. Igual, no por eso un director malo se va a convertir en uno bueno. Lo que sí cambia es la organización, porque lo digital permite que los directores tengan más tiempo de grabación, que puedan grabar más material, algo que con el celuloide era muy caro y difícil. Eso no es necesariamente mejor, porque los grandes saben muy bien qué punto de vista buscan de la toma, en vez de estar probando muchos planos diferentes de la misma escena porque sí.

¿Y cómo ha cambiado el panorama de producción con la aparición de las plataformas de streaming?

Creo que puede abrir oportunidades. Porque Netflix tiene millones de dólares para invertir en gente que tiene proyectos importantes y eso le va a generar una gran competencia a los estudios, no directamente a los productores independientes. Porque están buscando material que darles a sus millones de espectadores. A veces, claro, les dan oportunidad a directores como Martin Scorsese. Pero creo que a nosotros no nos va a golpear tan temprano, en un futuro tal vez. Porque a ellos no les gusta descubrir cosas. Ese trabajo tiene que seguir haciéndolo los productores independientes.

Pero tal vez sea la salida a las películas menos comerciales, las más pequeñas, las que no son de franquicia, a las que las salas les cierran más seguido las puertas.

Los grandes cines concentran el grueso de público, pero creo que hay nuevas maneras de proyectar este tipo de películas. Por ejemplo, en Europa ahora hay muchos alcaldes de ciudades y comunidades que tienen sus espacios municipales para pasar películas. Y es otra manera de ver películas, lejos de los centros comerciales y el pop corn, donde siempre pasan el mismo tipo de películas. La gran batalla que siempre tenemos es el darles visibilidad a las películas y estrenarlas en pantallas. Y la mayor parte del tiempo estreno en pantallas que no pertenecen a centros comerciales, sino a pequeños exhibidores. Yo creo que el mostrarse en pantallas de cine sigue siendo necesario e importante, y seguirá así. El que sea en espacios públicos o privados, va a depender de país a país. Aquí en el Perú, tener este Festival de Lima es ideal para ver películas que de otra forma no verían. Ahora, yo no soy adivino, no sé qué va a pasar con la distribución de películas, pero me voy adaptando. Un productor tiene que siempre hacer eso, porque las redes de financiamiento también van cambiando. Todo cambia.

Este año, se generó una polémica en torno a los derechos de “The Man Who Killed Don Quixote”, la más reciente película de Terry Gilliam que Branco iba a producir en el 2016 y luego se hizo sin él, a pesar de un contrato firmado

Este año, se generó una polémica en torno a los derechos de “The Man Who Killed Don Quixote”, la más reciente película de Terry Gilliam que Branco iba a producir en el 2016 y luego se hizo sin él, a pesar de un contrato firmado

¿Qué tan importante es la participación del Estado, incentivos y protección, en el cine de un país?

Es muy importante. El Estado tiene una enorme responsabilidad en la difusión de la cultura y, sobre todo, en la educación.  Y la gente debe tener esa oportunidad de sentir placer de descubrir obras artísticas. El cine tiene un lado artístico y un lado industrial, por lo que obviamente el Estado debe estar presente. Porque el mercado es otra cosa.

¿Cómo ves al cine latinoamericano hoy en día?

El cine latinoamericano tiene, hoy en día, una presencia importante en festivales importantes y una creciente capacidad de producción para directores que pueden contar historias fascinantes. Mira a “Las herederas”, que ha estado en Berlín. Es un cine que empieza a consagrar nombres y se hace con mucha verdad. Y el que se haga alejado de lo que ordenan los mercados nacionales, le da una gran libertad de creación, porque tiene que buscar reconocimiento artístico en otros países, en otros mercados. Lo que puede llegar a ser internacional es lo más original: una película que no es original, no va a llegar a estos mercados importantes. Y puedo mencionar a los tres amigos mexicanos que lograron conquistar Hollywood: Cuarón, Iñárritu y Del Toro; para lograrlo, tuvieron que empezar con películas en sus respectivos países.

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