En Cinta Miércoles, 8 febrero 2017

«La llegada» no es la típica película de ciencia ficción llena de explosiones y por eso es tan grandiosa

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Escribe: Terina Flores Castillo (@rosebud8421)

Dice la leyenda que en algún momento de la historia todos los habitantes del mundo estaban muy unidos y hablaban el mismo idioma, pero al querer construir una torre para llegar al cielo fueron confundidos y dispersados para que así no pudieran entenderse los unos con los otros. Esta es la historia de la gran división de la humanidad, la fábula de Babel,  que intenta explicar cómo desde tiempos inmemorables nos relacionamos con el lenguaje.

Bajo esta misma premisa, el realizador canadiense Denis Villeneuve nos trae “La llegada” (Arrival), película basada en el relato corto de Ted Chiang, “La historia de tu vida”.  La cinta comienza con 12 naves extraterrestres estacionándose en diferentes partes del mundo, para revelar cómo este suceso crea inicialmente una fluidez de conversación e información entre todos los países afectados, para luego enemistarnos de forma irremediable. Para poder comunicarse con los alienígenas, el gobierno de los Estados Unidos le pide a la lingüista Louise Banks (interpretada espectacularmente por Amy Adams) y al científico Ian Donnelly (otro grande, Jeremy Renner) averiguar cuál es el propósito de estas criaturas en la Tierra. Ellos empiezan a generar interacción con un par de  seres a los que denominan heptápodos (por sus siete patas) y en el proceso cambiarán sus vidas para siempre (no hablaré más al respecto, para no arruinarles el final a los que no la han visto aún).

Se trata de una película que retrata perfectamente a la humanidad como defensiva ante aquello que desconoce, llena de pavor a ser conquistados, cargada de miedo al no entender lo ajeno, ya que tal vez ni nosotros mismos somos capaces de entendernos. Nos golpea al reflejarnos como especie dividida en lo geográfico, lo social y en lo político, en un comentario sobre la situación actual del mundo, una cinta que llega en el momento preciso. Tal vez el mundo necesita comunicarse más, interactuar y confiar más en el otro para solucionar tremendo meollo en el que se ha metido.

Arrival Movie

Pero «La llegada» brilla, sobretodo, por esa historia personal que nos revela de la protagonista lingüista, una civil convertida en heroína por obligación. Se trata de una mujer con el intelecto y la sensibilidad necesaria para la misión encargada, que está impregnada de una serenidad esencial, lo suficientemente voluble por la forma en la que siente y sueña, algo que se constituirá como el centro de todo lo que ocurrirá después. Un personaje lleno de oscuridad en lo íntimo, con una rapidez para reconocer el más reciente descubrimiento no hecho por “la humanidad”, sino por ella, desde lo profundo de sus recuerdos y sentimientos. A través de ella, la película cuestiona la forma en la que nos comunicamos, cómo abrazamos la memoria, el futuro y, tal vez de la mano, nuestra propia existencia. 

Villeneuve no nos quiere sorprender con los típicos efectos visuales o el espectáculo de la ciencia ficción, sino que -muy fiel a su estilo- encarga un tratamiento visual y sonoro hipnótico muy parecido al de una anterior película suya: “Enemigo”; además construye un rompecabezas delicado y complejo, presto a las lecturas, interpretaciones y entrelíneas. Acercándonos hacia el  final de «La llegada», nos termina dejando con una sensación de vacío y en reflexión plena por la cantidad de efectos emocionales que genera en cada uno, al obligarnos a revisar nuestra vida, aciertos y errores, y hacernos entender cómo cada uno de esos tropiezos ha definido quienes somos hoy.

«La llegada» nos susurra acerca de lo atemporal que puede ser el duelo, de lo relativo que se convierte el tiempo y de la importancia de la comunicación y de la compasión. Todos tenemos días en los que la comunicación no es suficiente y nos sentimos abrumados por lo que no podemos entender. Y Louise Banks es el ejemplo perfecto de que siempre termina ganando quien persevera, quien no se rinde y da el primer paso para reparar lo que está roto. Es una película con tanta alma, que nos invita a abrazar todo lo que hemos vivido, pero sobre todo lo que no conocemos, pero que vamos a vivir.

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