En Cinta Domingo, 18 septiembre 2016

TIFF 2016: «Bellas de noche» es un documental sobre las vedettes mexicanas de antaño

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Imagen: Arca TV

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Entrevista: Alberto Castro (@mczorro) desde el Festival de Toronto

Durante los 70s y 80s, Latinoamérica vivía al unísono un fenómeno que alimentaba las fantasías de millones, mientras escarapelaba la piel de los más conservadores: el vedettismo. Bailarinas, cantantes, actrices, mujeres que hacían del cuerpo y la sensualidad un arte. Diosas que lograron ser independientes en una sociedad machista y extremadamente religiosa que pretendía censurarlas. Pero ¿qué fue de estas mujeres cuando la edad pasó factura, cuando los contratos empezaron a escasear, cuando las nuevas generaciones empezaron a olvidar sus nombres?

«Bellas de noche» es un documental de la mexicana María José Cuevas que le sigue los pasos a íconos de antaño como Lyn May, Olga Breeskin, Princesa Yamal, Rosy Mendoza y Wanda Seux, figuras de una época en la que se popularizó el cine de ficheras en México, comedias de tono sexual y pícaro, que sirvieron de vitrina multitudinaria para las vedettes. De hecho, «Bellas de noche» es también el título de una película de 1975, considerada la pionera de esta tendencia. Es así que el documental nos muestra a estas mujeres en pleno auge sobre el escenario, gracias a un completo material de archivo, para luego desnudar su lado humano en la actualidad, ese en el que otras aspiraciones y miedos se hacen evidentes.

Tuve el placer de ver este documental en el último Festival de Toronto y de conversar con su directora, María José Cuevas, así como con Olga Breeskin, una de las protagonistas del filme. La buena noticia es que la cinta fue parte de la Ambulante – Gira Documental de este año, por lo que hay buenas chances de que se estrene por aquí el próximo año en el Festival de Lima. A cruzar los dedos.


Imagen: Arca TV

La mexicana María José Cuevas es la directora de este proyecto que tiene entre manos desde hace 10 años. Imagen: Arca TV

¿Cómo es que te animas a seguir a estas vedettes durante diez años? 

María José Cuevas: Lo que pasó es que conocí a la Princesa Yamal, una de las protagonistas, por otras circunstancias. Un día me dijo que vaya a su casa y me sorprendió cuando salió vestida de vedette haciendo un baile árabe y yo lo grabé con mi camarita de video. Obviamente, yo las recordaba de la infancia, porque los de mi generación crecimos viéndolas en la televisión. El baile de Yamal me regresó a mis recuerdos de infancia, a la familiaridad que yo siempre había tenido con las vedettes. A partir de ese momento empiezo a hacer una investigación histórica y a buscar los teléfonos de algunas de ellas, como Olga Breeskin y Rossy Mendoza.

¿En qué momento es que te das cuenta que ya habías grabado lo suficiente?

MJ: Yo seguiría grabando. Pero tenía que terminar la película, porque el apoyo me lo dio el Instituto Mexicano de Cinematografía y al firmar el contrato uno tiene que terminar la película. Fue un proceso de muchísima investigación de materiales de archivo, de encontrar los derechos de películas y canciones. Con Olga fue diferente, porque ella vive en Las Vegas y yo en México, y no tenía ese acceso tan cotidiano como el que tuve con las otras: teníamos que planearlo y grabar por cierto tiempo. Pero durante todos estos años yo nunca dejé de grabar, lo cual permitió que registrara todo un proceso en ella, que se observara el paso del tiempo. Fui entrando en sus vidas de a pocos y fui ganándome su confianza: se convirtió en una relación entre ellas y yo.

Imagen: Cortesía de TIFF

Imagen: Cortesía de TIFF

Latinoamérica sigue siendo bien machista. ¿Crees que la figura de la vedette empoderó de alguna forma a la mujer latinoamericana? ¿Influyó de alguna forma en ti?

MJ: En el pasado no, pero a partir de hoy sí. Creo que si yo las hubiera conocido en el pasado no hubieran sido mis amigas. Ahora lo son porque admiro algo que aún no tenían en la juventud, esa fuerza y sabiduría, esas lecciones de vida. Cuando yo era una niña las veía solo como íconos, como estas mujeres espectaculares que todos ahora recordamos. Ahora puedo ver al ser humano detrás. En cuanto al machismo, creo que fueron mujeres que pudieron decidir por sí mismas, empoderaron su cuerpo y a ellas mismas. Todas son mujeres independientes, no hay ni una sola que dependa de un hombre.

Olga Breeskin: El machismo siempre ha existido, por lo menos en mi país, y me imagino que en todo Latinoamérica es lo mismo. Pero el ser una vedette o una mujer del espectáculo en un escenario nos libraba del machismo. ¿Por qué? Porque nosotras teníamos la autoridad, por así decirlo, de no permitir que nadie nos dijera qué hacer. Éramos libres e independientes financieramente. Yo no sé si esto habrá ayudado a otras mujeres, eso sí no lo sé. Nosotras optamos por no depender de ningún hombre, de ningún marido, de ningún capataz, de ningún macho, ni mexicano ni extranjero. Las cinco somos mujeres libres.

Imagen: Cortesía de TIFF

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¿Y sientes que cierto público latinoamericano más conservador veía mal al vedettismo en su momento?

O: Definitivamente. A mí me tocó ser contemporánea de varias vedettes simbólicas del continente: había una competencia artística con la puertorriqueña Iris Chacón, con las argentinas Susana Giménez, Zulma Faiad y Thelma Tixou. El público salía ganando, porque por esta competencia invertíamos más dinero y entusiasmo a nuestros espectáculos, para tratar de ganarle a la otra. Y todas sufrimos de ese moralismo falso del público. Para mí, el que censura es porque esconde más inmoralidad que la que sale con un bikini en un escenario. Porque nosotras enseñábamos de manera natural: nos gustaba, nos aplaudían, nos pagaban. Pero el puritano hipócrita que decía “esas mujeres están pervirtiendo a la humanidad”, posiblemente era más pervertido que nosotras. Nosotros los cristianos le llamamos religiosidad, pero en México se vuelve puritanismo, sentido conservador familiar o moralista.

MJ: Siempre habrá un doble discurso, pero lo importante es analizar el porqué ellas fueron tan importantes en un momento determinado de nuestros países, en Latinoamérica en los 70s y 80s. El cine de ficheras (comedia erótica mexicana), por ejemplo, imita a las comedias italianas que ya se hacían en la década anterior. En México se le conoce como la época del destape: yo creo que fue un destape en todos los sentidos, de la ropa y del cuerpo, pero también un destape de liberación.

Imagen: Cortesía de TIFF

Imagen: Cortesía de TIFF

Me interesa mucho la mirada femenina del documental y quería que me comentaras sobre la situación de las mujeres en el cine, ya que a nivel mundial siguen siendo minoría. ¿Cuál es el caso de México?

MJ: Creo que la industria cinematográfica sigue siendo muy machista, porque sigue regida por hombres y entre ellos se apoyan. Incluso en Hollywood, si te metes a ver los números de hombres y mujeres que trabajan en cualquier rama del cine, ya sea fotografía, producción o lo que fuera, van a imperar los hombres. Para mí es importante tener muchas amigas que ya son directoras que han estrenado películas, sobre todo documentalistas. Por ejemplo, en Ambulante – Gira de Documentales, el festival de cine documental que dirige Gael García Bernal donde estrenamos «Bellas de noche», el 60% de las películas eran de realizadoras mujeres.

O: Esto es interesante si tomas en cuenta que si un varón se me hubiera acercado para hacer este documental de entrada le hubiera dicho que no. Porque muchas vedettes sufrimos del acoso sexual de muchos hombres que nos hacían creer que querían una cosa y finalmente era otra. Fuimos usadas de muchas formas, abusadas internamente. El encontrarme con una realizadora mujer y joven interesada en plasmar una parte cultural de la vida nocturna de México de los 70s y 80s, me animó a aceptar la propuesta. Porque los interesados en nuestra imagen de vedettes son esos hombres ahora mayores que atiborraban los cabarets donde nos presentábamos. Pero a María José le interesaba más lo que pasaba cuando nos quitábamos el bikini, el penacho de plumas: eso no le había interesado a nadie antes. ¿A quién le importaba quién era cuando me quitaba el disfraz de Olga Breeskin? Eso fue lo que me convenció del proyecto. Tal vez una visión masculina hubiera sido más morbosa, se hubiera fijado más en esa sexualidad y juventud perdida; «Bella de noche» posee, gracias a esa visión femenina, un balance humanitario que mucha gente no conoce.

Y, en ese sentido, el documental nos presenta qué fue de estas mujeres cuando dejaron de vedettear y descubrimos facetas distintas. Vemos a una marchando por los derechos de los animales, a ti te vemos predicando…

O: Tengo entendido que Susana Giménez tiene un programa de entrevistas muy exitoso en Argentina. Norma Duvall se dedicó a la producción, lo que quiere decir que ahora está detrás de escenas. Y en mi caso, yo me dedique al evangelio de nuestro señor Jesucristo. ¿Qué tiene que ver eso con ser vedette? Nada, pero es lo que nos tocó a cada una y yo me siento muy agradecida. Ha sido como un renacimiento, de alguna manera. Cuando se acaba la juventud, la cintura, el glamour, muchas pensamos que era el fin de la vida. En el 2007, yo lo pensaba así. Pero luego me di cuenta de que cuando termina un ciclo comienza otro en el que puedes aplicar la sabiduría que conseguiste en años anteriores, en nuestro caso del vedettismo.

MJ: Para mí, “Bellas de noche” se trata de la vida, más que de las vedettes, es una historia de la vida, una celebración de la vida.

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