En Cinta Jueves, 15 septiembre 2016

«No respires» es una película de suspenso poco convencional y endemoniadamente inteligente

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#losquesolohablandecine Lo último del mundo del cine. Lo que nos interesa, siendo honestos. facebook.com/EnCintaPeru twitter.com/encinta
Imagen: Sony Pictures

Imagen: Sony Pictures

Escribe: Rubens Juárez (@rubensyyo)

Existe un gran prejuicio sobre las películas de género. Particularmente con el terror. Claro, suena mucho más intelectual hablar de un documental sobre el impacto de la migración, o un drama histórico sobre la discriminación racial. Y está bien, yo entiendo. Lo que no está bien es que se subestime un género de engranajes tan complejos como el terror. El buen terror, claro; ese que apela al miedo genuino y no prefabricado, por lo que da gusto encontrarse con sorpresas de este tipo en la cartelera comercial.

“No respires” (Don’t Breathe) no solo es poco convencional, sino que es endemoniadamente inteligente. Tanto que su ingeniería interna supone un esfuerzo mental y creativo que merece aplausos igual de ensordecedores que el drama más lacrimógeno del año. En resumen, se trata de la historia de tres jóvenes que viven en un barrio marginal que deciden robarle a un hombre ciego de la zona; claro que todo saldrá mal.

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El director es Fede Álvarez, un joven uruguayo que fue contratado por Ghost House Pictures, la productora de terror de Sam Raimi. Su debut en las grandes ligas fue en el 2013, cuando Raimi le confió la dirección del remake de su famosa y consentida “Evil Dead”. En ese entonces, Álvarez nos ametralló con violencia pura. «No respires» está del otro lado del ring: donde reina la contención, el silencio y el suspenso del bueno.

«¡Ataque de Pánico!», cortometraje de Fede Álvarez que llamó la atención de San Raimi

La película escoge una víctima con aparente desventaja, pero que termina sorprendiendo: un ex militar que perdió la vista. Curiosamente, la estrella absoluta de la propuesta son los sentidos; y no la falta de ellos, sino un estremecedor juego de sensaciones que hacen posible el terrorífico viaje.

En orden de importancia, Rocky (Jane Levy), Alex (Dylan Minnette) y Money (Daniel Zovatto) son tres ladronzuelos que entran a la casa Norman (Stephen Lang) en busca de un jugoso botín. Pero las cosas salen mal, muy mal. A diferencia del clásico con Audrey Hepburn, «Wait Until Dark» (1967), la propuesta de Fede es situarnos en una posición de ambigua empatía. Por un lado, es inevitable ponerse del lado del pobre hombre que está a punto de ser despojado de lo que es suyo; pero, por el otro, la película nos exige cierta simpatía por los delincuentes.

Imagen: Sony Pictures

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Los primeros minutos se van en dibujar a los tres jóvenes. En un dos por tres sabemos que hay un bueno y un malo, y Fede se gasta unos minutos más para presentarnos al moralmente ambiguo; porque los tres están haciendo algo malo por un bien mayor. Lo cual hace que, en el fondo de nuestros corazones, queramos que el robo salga bien, y que el pobre hombre invidente se quede sin un centavo. Empezamos a temer junto a los ladrones: queremos que no los descubran y, cuando se complican las cosas, que salgan con vida del lugar.

Pero nuestra empatía sigue dividida, por lo menos por gran parte de la película. Porque también nos ponemos del lado del dueño de la casa y nos la pasamos preguntando a nuestra conciencia si es que nosotros no haríamos lo mismo para defender lo que es nuestro. Porque se están metiendo con cosas muy valiosas y no solo en el sentido monetario, lo cual es revelado junto al pasado del veterano (algo que no contaré aquí, pues resulta crucial para el desarrollo de la cinta). ¿Hasta dónde nos puede llevar la impotencia? ¿En qué nos convierte la rabia? Y cuando descubrimos que la víctima no es tan inocente después de todo, nos asaltan más preguntas: ¿tenemos el derecho de despojarlo de todo? ¿Merece lo que le está pasando? ¿Merece morir? Los matices siguen apareciendo, al punto que en un momento no sabemos si hay una verdadera víctima en la historia o si todos estaban condenados desde el comienzo.

Imagen: Sony Pictures

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Pero más allá del dilema moral, que de por sí bastaba para hacerla una buena película, “No Respires” nos propone avasalladoras secuencias de suspenso, que nos golpean en la cara, una tras otra. Cada una de ellas más efectiva que la anterior.

Una vez que entramos a la casa, la tensión no para nunca. Se trata de un hombre ciego corpulento, entrenado para matar, y la única forma de que los tres ladrones eviten ser atrapados es que no sepa que están ahí, frente a sus ojos que no ven. Es decir, sus vidas depende de que no hagan ruido: literalmente, de que ni respiren. Toda la segunda parte de la película se cuenta casi exclusivamente a través de imágenes y estímulos sonoros del ambiente. En cosas que nosotros y los ladrones atrapados en la casa pueden ver, pero que el anciano no. Porque, a veces, el ver sin poder reaccionar es más enervante que el grito más poderoso. La potencia de la película reside en ese engaño visual, en ese rompecabezas que da miedo descifrar.

El guionista Rodo Sayagues, otro uruguayo contratado por Raimi, se rompió la cabeza hilvanando secuencias que nos tienen al borde del asiento, mordiéndonos los labios, apretando la mano de nuestro compañero. Tratando de gritarle a la pantalla, pero, a la vez, sabiendo que no deberíamos hacer bulla: nos va a escuchar. Y no hay tregua, porque la película no nos suelta.

Imagen: Sony Pictures

Imagen: Sony Pictures

Álvarez y Sayagues demuestran, una vez más, que la industria hollywoodense se está llenando de jóvenes promesas, que vienen de todos lados del mundo para darle una buena bocanada de aire fresco a lo comercial. Y con esto no quiero decir que se está transformando el género, sino que se está redescubriendo. Se están sacudiendo los clichés que lo opacaron por años. Poco a poco se acaba la era del ocioso jump scare y volvemos a la inteligente bomba bajo la mesa.

No está de más mencionar que en Ghost House Pictures quedaron muy satisfechos con la película, y no solo porque sea una tremenda experiencia sensorial, que incluso se da el tiempo para mostrar una desoladora imagen de Detroit, a la que poco le falta para ser una ciudad fantasma. Por sobre todo, están contentos porque “No respires» costó tan solo 9 millones de dólares y va recaudando más de 89 millones de dólares a nivel mundial. Porque el arriesgarse con el género también puede ser comercial.

A Stephen King le gustó la película. No hay más que decir. Imagen: Captura de Twitter

A Stephen King le gustó la película. No hay más que decir. Imagen: Captura de Twitter

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