En Cinta Sábado, 20 agosto 2016

«La Era Olvidada» es una película que combina elementos de la cultura andina y del medioevo en Polonia

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Entrevista de: Alberto Castro (@mczorro)

«La Era Olvidada» es una coproducción peruano-polaca que, si bien se ambienta temporalmente a mediados del siglo XVII, plantea la creación de un universo alternativo en el que confluyen elementos de la cultura andina y del medioevo en Polonia. Se trata de la historia de un ermitaño que decide terminar su exilio para viajar a través de un territorio hostil y enfrentar a bestias salvajes, hazañas que alimentarán su leyenda. Pietro Sibille y Muki Sabogal protagonizan esta ambiciosa propuesta de César Miranda, guionista y director del filme que transcurre en un 80% en exteriores. En mayo de este año terminaron la primera etapa del rodaje en el Bosque de Piedras de Huayllay, en Cerro de Pasco, y pronto viajarán hasta Polonia para culminar el proceso de grabación.

Conversamos con César Miranda sobre el origen de «La Era Olvidada», cómo ambas culturas lo influyeron para crear este universo y sobre lo que opina del cine peruano actual, que se diversifica cada vez más con propuestas como estas.


¿Cómo es que se te ocurre esta historia?

Estaba interesado en los géneros épicos, fantásticos o legendarios. Me acuerdo que hace casi 10 años estaba escribiendo un pequeño ejercicio en la Escuela de Cine en el que me encargaron algo medieval. En Polonia, que es donde estudié, lo medieval  está muy arraigado; es como que acá escriban una historia sobre los incas, que es algo que tenemos muy presente. Comienzo a ver películas para revisar no solo lo medieval o épico, sino también lo que es la estructura dramática. Empiezo a investigar cómo era la gente hace 500 años, cuál era su psicología, qué hacían, cómo compartían y cuál era su relación con la sociedad. Ahí empieza a surgir toda esta historia. La idea era presentar a un hombre en la frontera, entre la superstición y el pensamiento racional.  Por eso tuve mucha influencia de figuras históricas como Nicolás Copérnico o Galileo Galilei, que estaban peleando contra un tiempo.

Tú estás planteando la creación de un universo nuevo a partir de influencias andino-peruanas y de lo que recogiste de estudiar en Polonia. ¿De arranque sabías que querías construir algo que no tuviera nada que ver con este mundo?

De arranque. Porque a pesar de ser un cineasta peruano, no he estudiado cine acá, no he tenido ese contacto. Toda mi cultura cinematográfica se la debo a Cuba y luego a Polonia. Entonces decidí usar ambas influencias bastante marcadas en mi para crear este mundo. Además que, como es mi primera película, quería probar ambos métodos de filmación, porque se graba diferente en Latinoamérica que en Europa. En la escuela había estado un poco más cercano a la forma europea y ahora quiero ver con cuál de los dos funciona mejor. Para mi era muy importante desarrollar y trabajar con profesionales de ambos lugares para nutrirme un poquito más.

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¿Qué referencias tienes de películas o de directores que puedas mencionarme?

Hay varias muy puntuales. Te puedo comentar de Glauber Rocha, de Jean Cocteau, me acuerdo de Jean-Pierre Melville, de verdad hay más. Las películas medievales de Orson Welles, obviamente Polanski y Kieslowski que son también de mi escuela. Serguéi Paradzhanov también. Hay dos referentes a la cultura pop, uno es “Los Inmortales” (Highlander) de los ochentas bastante popular. Y la otra es una muy buena versión de «Robin Hood» hecha para televisión inglesa en los ochentas, que era excelente y se dio en el Perú en el 86. De Tarkovski he agarrado mucho, no sólo la estética de “Andrei Rublev”, que es su película más conocida, sino también la estructura dramática, la estructura narrativa de una película mosaico.

¿Qué tan difícil es grabar en exteriores? Porque el 80% de la películas es en exteriores y te vas a ir a Polonia a seguir grabando en exteriores. 

Tuvimos problemas con el clima. Y eso que ya era la sexta vez que viajábamos a las locaciones para prepararnos y aclimatarnos. Pero la verdad es que vale la pena porque tenemos lugares my fuertes visualmente, que nos daban muchas posibilidades. Si bien nos hemos quedado con un lugar, hemos podido filmar en diez más de la misma geografía. Yo a veces decía que me gustaría tener más tiempo para seguir filmando. Porque el mismo entorno geográfico influye en las actuaciones, en los personajes, se ven distintos, se ven reales, se ven que sufren. Hay muchas cosas que no son actuadas en los personajes. Y también influye en el equipo, porque pasaron tres semanas juntos y eso creó una especie de unión entre todos. Una especie de complicidad.

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Y se trata de un proyecto muy personal, porque estás apostando en el proyecto literalmente todos tus ahorros. ¿Cómo te animas a hacerlo? ¿Te da miedo?

Un cineasta tiene que hacer cine. Era un proyecto que yo he estado trabajando por años. Y sí, estoy poniendo todos mis ahorros, pero también tengo otras posibilidades de conseguir nuevos trabajos. Si la película sale bien, obviamente el currículo y los contactos van a subir. Además que el apoyo de la Escuela Nacional de Cine de Łódź en Polonia es bastante fuerte, entonces no me preocupa mucho. Ahora me estoy preocupando de que la película salga bien: bien fotografiada, bien actuada, bien dirigida y lo demás es otro proceso. Y no hay que tener tanto miedo. Más aún ahora que las películas se pueden hacer más baratas: esta película hace cinco años hubiera costado tres veces más o hace diez años serían diez veces más. De alguna manera la tecnología ha podido superar las expectativas y abrir el cine a más gente. Le tengo una sana envidia a la gente que ahora tiene cinco años menos que yo, porque van a poder grabar esta película a la mitad del precio de lo que yo he hecho.

Has estado mucho tiempo en Polonia y quería saber cómo ven desde allá al cine latinoamericano.

Justo yo llego en el 2004, cuando el cine latinoamericano comienza a rehacerse un nombre. Se puede discutir la calidad de las película que te voy a nombrar, pero no se discute la repercusión que han tenido. “Amores Perros”, “Y tú mamá también”, “Ciudad de Dios” y otras más que a partir de 1999 hasta el 2005 comenzaron a salir a festivales y hacerse conocidas. Esto es lo primero que empezaron a ver, un cine un poco desgarrado entre comillas, muy cercano a la cultura hip hop, a la ciudad, al caos, a la miseria también. Había mucho interés en ver. Ahora que voy a regresar para grabar, voy a ver cómo está la situación varios años después.

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¿Y cuál es tu visión de lo que está pasando en el cine peruano?

Me parece que hay propuestas interesantes, me parece que ahora hay más variedad de visiones. Antes el cine al ser más caro sólo se podía hacer con ayuda de fondos nacionales o con dinero propio. Ahora, al bajar tanto los precios, podemos ver a gente joven, que no pasan los 30 años, filmando películas en pequeñas cámaras Canon o inclusive en celulares. Y hacen películas bastante interesantes porque tienen libertad, se nota que están hechas con mucha fuerza. Además, tenemos la propuesta de otro tipo de cine más comercial o más de divertimento; y nos quedan las otras películas, las de festival. Ahora hay más variedad. La calidad, bueno, esperemos que siga creciendo. Hay muy buenos proyectos de cineastas muy interesantes. Creo que lo más importante ahora es que comiencen a ‘competir’, que no sé si es la palabra adecuada, pero sí verse en un entorno latinoamericano  y mundial.

 

 

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