«Persépolis» es una joyita de la animación contemporánea que todo el mundo debería ver
En Cinta
#losquesolohablandecine Lo último del mundo del cine. Lo que nos interesa, siendo honestos. facebook.com/EnCintaPeru twitter.com/encintaPor Jaro Adrianzén Rodríguez (@Jaro1096)
No todas las películas animadas cuentan historias felices y eso es algo que la historietista iraní Marjane Satrapi supo perfectamente cuando llevó su novela gráfica autobiográfica a la pantalla grande, de la mano del director francés Vincent Paronnaud. «Persépolis» es una joyita de la animación estrenada en el 2007, nominada al Oscar y ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes y del Premio del Público del Festival de Rotterdam. Se trata de una cinta que retrata la lucha femenina contra el fundamentalismo religioso islámico, una mirada a las diferencias abismales entre la culturas orientales y occidentales en el mundo contemporáneo.
«Persépolis» nos cuenta la historia de Marjane, una joven iraní que vive con su familia en Teherán. Con su padre y su abuela suelen debatir sobre el Sah (denominación que reciben desde la antigüedad los monarcas de Irán), mostrándose en contra del régimen que impone. Es gracias a estas conversaciones que Marjane asume una rebeldía natural, empieza a compartir las ideas progresistas de su familia y a expresar deliberadamente su desacuerdo con la política del país.
Tiempo después, cuando la situación de todo Irán se encrudece por la toma de poder de los fundamentalistas y la guerra que se desata con Irak, se da inicio a una represión sin precedentes de la que Marjane y su familia son víctimas, junto con el resto de sus conciudadanos. Sus padres deciden enviarla a un liceo francés en Viena, para que tenga una mejor calidad de vida y de estudios. A partir de ese momento, la protagonista toma conciencia de una realidad que nunca se imaginó, y de una libertad cultural y de pensamiento que por poco la consume. Lo fascinante de la película es ese choque de culturas desde el punto de vista de una adolescente en plena formación.
El punto fuerte de la película se encuentra en esa evolución de Marjane, quien debe desarrollarse emocional e intelectualmente en base a las influencias que trae de su familia en casa y la nueva que recibe en Viena. Ese contraste realizado entre las culturas orientales y occidentales puede parecer elemental, pero no deja de ser profundo: la música, los conciertos, la variedad de vestimenta y religiones, la ausencia de credo alguno, el amor por libre decisión y hasta un minimarket con las repisas rebosantes de productos, le dan rasgos utópicos a Europa, donde todo esto es lo más normal del mundo.
«Persépolis» supo aprovechar y explorar las posibilidades de una película animada. A sabiendas del riesgo comercial, la cinta se presenta casi completa en blanco y negro (solo se usa el color en el presente), trasladándose entre la realidad y los sueños de Marjane, transformando sus ideas, reflexiones y travesías en imágenes, incluyendo sus conversaciones con deidades y su choque con la guerra. Es así que el estilo de la animación, muy fiel al presentado en la novela gráfica, le da ritmo al relato y sirve también para suavizar la crudeza del contexto.
En abril de este año, la escritora paquistaní Bina Shah publicó un artículo en el New York Times donde se refirió a cómo el mundo occidental no entiende de las mujeres del Medio Oriente. Su análisis se refería a las mujeres de Afganistán, país vecino de Irán: “El Islam es importante para ellas, al igual que su honor. Quieren más libertades, por supuesto, pero desean ser participantes activas en su propia liberación e imponer su propio ritmo para la lucha”. Esa lucha a la que hace referencia la autora es la que vienen protagonizando cientos de mujeres desde la época representada en la cinta (1979), y que Marjane, tanto la directora como la protagonista, ayuda a esclarecer con este filme. Tanto en casa como en Europa, Marjane vivió de diferentes maneras el ser mujer y ser vista como objeto, llegando en algunos casos al abuso impulsado por el machismo o refugiado en los fundamentos religiosos.
En esta cinta también se deja clara la lucha permanente y valiente que llevan a cabo en Irán y en todo el Medio Oriente hombres y mujeres de pensamiento libre. Una lucha que no busca victimizar, sino redimir a las personas como seres independientes y a la vez religiosos, pero dispuestas a pelear por sus derechos y no dejarse amilanar por ningún régimen, ninguna guerra y, mucho menos, como lo demuestra Marjane, por algún principio fundamentalista basado en una supremacía incongruente. Esto a pesar de todas las secuelas y el precio altísimo que se tenga que pagar. Y que, de hecho, Marjane paga por cuenta propia. Por esto y mucho más, «Persépolis» es una película de visión obligatoria.