En Cinta Miércoles, 29 junio 2016

«La Última Tarde» es una película peruana con Lucho Cáceres y Katerina D’Onofrio que espera poder estrenarse este año

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Imagen: Difusión

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Entrevista realizada por: Alberto Castro (@mczorro)

¿Qué tanto cambia la gente con el paso del tiempo? ¿Qué tanto se modifican nuestros afectos y nuestras convicciones? Pero, a la vez, ¿qué tanto de nuestra esencia permanecerá por siempre? Eso es más o menos el misterio que pretende desentrañar «La Última Tarde», segunda película de Joel Calero (quien debutó con «Cielo Oscuro» en el 2012) protagonizada por Lucho Cáceres y Katerina D’Onofrio.

Se trata de la historia de una pareja que se reencuentra después de 19 años para firmar los papeles de divorcio, un proceso que habían postergado mucho tiempo. Y en una tarde descubrirán lo mucho que han cambiado, discutirán sobre qué fue lo que no funcionó entre ellos y qué tanto se modificaron los ideales por los que antes luchaban: en pleno año electoral, nos encontramos también con una película sobre dos ex-militantes de izquierda que reflexionan sobre cómo ha cambiado el país y sus luchas con él.

La película acaba de ganar el Premio de Distribución del Ministerio de Cultura, incentivo con el cual podrá confirmar su fecha de estreno comercial muy pronto. Nos animamos a buscar al director para conversar sobre los orígenes de la película, sobre esa izquierda política renovada de la que habla la película (y que jugó un papel principal en las últimas elecciones), sobre la situación del cine peruano y más.


Imagen: Guarango FB

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«La Última Tarde» se va a estrenar en un año electoral en el que, de pronto, nos encontramos con una izquierda política renovada: tu película, de alguna forma, hace una revisión de la izquierda política pasada, desde la perspectiva de dos ex-militantes de izquierda que se reencuentran en el presente. ¿Cuál es la semilla que te incita a escribir esta historia?

Esta película nace a partir de unas conversaciones con amigos míos que habían sido viejos militantes de izquierda. Me llamaba mucho la atención la forma en la que seguían hablando del «pueblo». ¿De qué pueblo hablaban? Esa idealización sacrosanta, ese pueblo al que se le atribuía una serie de valores revolucionarios y sociales. Recuerdo haber criticado esa especie de verborragia, esa fraseología que incitaba a una cierta emocionalidad que yo sentía ya desfasada.

Por otro lado, «Cielo Oscuro» es una película que me tardó 7 años hacer: un proceso muy doloroso, sacrificado a nivel personal, extenuante. Escribí un guión que se llama «Cuzco Affaire», una película coral que transcurre en Cuzco, que incluye a franceses, argentinos y peruanos. Y en un momento me digo a mi mismo: estás loco, te has demorado 7 años en hacer un película relativamente pequeña y ahora te quieres mandar con una superproducción. No, tienes que escribir algo que no te tarde tanto tiempo. Fue la suma de esas dos cosas. El deseo de escribir una película pequeña y, por otra parte, este interés mío en saber qué va pasando con estos militantes.

Yo mismo pertenezco a una generación que ingresó a la universidad en los 80, que no es esa generación que lo apostó todo en los 70. En mi generación había ese interés, esa vocación social. Y en estos tiempos de un cerrado liberalismo uno se pone a pensar: ¿dónde queda esa pulsión, esas ganas de transformar? ¿En qué se convierten tus ideales juveniles?

De pronto nos encontramos con un revival de la izquierda, algo que estaba totalmente muerto y caduco. A partir de una figura renovadora, como lo puede ser Verónica Mendoza, que de pronto empieza a tomar brío y cuerpo. Esta película nace de esa conciencia de preguntarme en dónde están, cómo sienten, cómo se ubican esos militantes que en alguna época hicieron de su vida una práctica vinculada a lo político.

Ese fue el germen concreto de «La Última Tarde», que inicialmente se llamaba «Lo mejor de la burguesía son su vino y sus mujeres» (que sirve de subtítulo a la película), una frase de Lenin que habla de la conciencia de clase. Y, claro, era un título muy pertinente, porque la película habla del reencuentro de una pareja de ex militantes de izquierda: ella era una chica burguesa, pituca, limeña, que conoce a un militante univesitario cuzqueño, de otro nivel socioeconómico.

Imagen: Difusión

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Y tengo entendido que la historia se desarrolla en base a largas conversaciones entre ambos personajes, algo que me remite inmediatamente a la trilogía de “Antes del Amanecer”, “Antes del Atardecer” y “Antes de la Medianoche” de Richard Linklater.

“Antes del Atardecer” es una película que amo e idolatro muchísimo y «La Última Tarde» guarda grandes similitudes en su primera parte, porque mis personajes son una pareja que se reencuentra después de 19 años para firmar su acta del divorcio. Pero les queda un trámite por hacer y, como tienen unas horas antes de regresar al juzgado, van a pasear, a caminar por ahí. Imagínate: han pasado todos estos años después de haber vivido juntos 3 años en los que se amaron. Pero ahora no saben nada el uno del otro. La primera parte de la película consiste en estas largas conversaciones donde descubrimos más sobre ambos.

Pero hacia la mitad de la película cambia todo: los personajes se enredan en una serie de situaciones, de accidentes, que provocan que el pasado reaparezca. Cosas que hacen que ella recuerda ciertas actitudes impetuosas y violentas que tenía su pareja. Y descubrimos el motivo por el que se separaron, que tiene que ver con su militancia política.

Yo tenía muy consciente a «Antes del Atardecer», pero también «Sin Testigos» de Nikita Mikhalkov, que es una de las películas que más me ha sacudido, que justamente trata sobre una pareja de ex-esposos que se reencuentran. También me viene a la mente «Copia Certificada» de Abbas Kiarostami. Y el mismo tipo de película que es hizo que uno de los principales retos fuera la interpretación de los actores. Necesitaba actores capaces de transitar muchas emociones juntas.

Imagen: Difusión

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Tú ya habías trabajado con Lucho Cáceres en «Cielo Oscuro». ¿Se ha convertido, de alguna forma, en tu muso?

Sí, al punto que también tendrá un papel en otro proyecto que ya tengo. “Cielo Oscuro” fue la primera película de Lucho Cáceres  y creo que su trabajo actoral resultó bastante exitoso, tanto así que le abrió su carrera en el cine. Ahora, fue un feliz acierto trabajar con Katerina D’Onofrio.

Recuerdo haber leído que Angie Cepeda iba a protagonizar «La Última Tarde» en un primer momento, ¿cómo fue que encontraste y elegiste a Katerina D’Onofrio?

Angie Cepeda ya había aceptado y había leído el guión, pero preferí no hacerlo con una actriz extranjera. Ocurrió inmediatamente después de ver «La vida de Adele» de Abdellatif Kechiche: una de las primeras cosas que leí es que Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, las protagonistas, odiaban profundamente a Kechiche, quien las había maltratado en el rodaje. Y ahí me di cuenta que, lógico, las películas contundentes e intensas necesitan ese nivel de training actoral: ¿cómo iba yo a arriesgarme con una actriz en el extranjero con la que no podía tener meses de re-escritura del guion? Me di cuenta que necesitaba una actriz peruana.

Después de unos exhaustivos castings, elegí a Katerina. Y tuvimos como 2 meses de reescritura de guión: a mi me gusta que el actor le imprima su propia sintaxis, su propia elección de palabras. Ojo, el guión nunca cambió, porque sigue contando lo mismo; pero a la vez es totalmente distinto después del trabajo que realicé con ambos actores, a tal punto que en los créditos decidí reconocerlos como responsables del diálogo final, junto con el asistente de dirección que fueDaniel Amaru Silva, un dramaturgo, y yo. Ese fue como el corazón de la película.

Imagen: Difusión

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Tú mencionas que hiciste «La Última Tarde» porque querías hacer algo más pequeño, algo que no te tomara tanto tiempo realizar. Pero igual es un proyecto que tomó varios años en concretarse: la noticia de Angie Cepeda es del 2012.

Sí, es un proyecto que tomó cinco años. En el 2011, el guión gana una beca de la Fundación Carolina que nos permitió trabajar con Paz Alicia Garciadiego, la guionista de Arturo Ripstein, y con Marcelo Figueras. En el 2012, ganamos una beca para trabajar en un diplomado de producción ejecutiva en Colombia. En el 2013, ganamos DAFO. En el 2014, ganamos Ibermedia. Son cinco años de trabajo en los que el proyecto ha madurado muchísimo. Y hacer cine siempre es complejo.

Lo del tiempo también lo mencionaba porque, desde “Asu Mare” en el 2013, de alguna forma se cree que hacer cine es más sencillo, que las empresas privadas ahora apoyan más y que llegar a los cines es más fácil. ¿Qué opinas sobre esto?

No hay un cine peruano: hay varios cines peruanos. Hay un cine peruano donde están mis películas y también títulos como “Magallanes”, “Climas” o “NN”, un cine personal donde la cuota artística tiene una predominancia. Aunque aquí se generan películas tan diversas como “Videofilia (y Otros Síndromes Virales)” o “Magallanes”, ambas siendo películas exigentes, películas rigurosas. Esas películas me parecen que siguen en la misma situación de antes. Es decir, que siempre van a necesitar del apoyo de un Ministerio de Cultura, siempre van a necesitar del apoyo de fondos internacionales. Y para las cuales se ha abierto las puertas de los auspiciadores en forma minúscula; y solo si una productora como Tondero puede solventar y dar el respaldo a “Elefante Desaparecido” o “Magallanes”. Para el resto sigue siendo igual de duro que siempre.

Al costado o en paralelo, hay otro tipo de cine que es el comercial, el cine de género, concretamente comedia y terror. Y cuyo fin principal es alcanzar altas recaudaciones en la taquilla. Están escritas para eso y está muy bien que sea así. Y por este cine van a apostar una serie de auspiciadores, pero solo por ciertas películas, no nos engañemos. Es solamente si son películas con una productora fuerte como Tondero. Porque hay muchas otras películas comerciales que son autogestionadas.

Imagen: Difusión

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Y esto lo sé porque, al margen de estas películas más personales mías que vengo trabajando, con Lucho Cáceres hemos escrito un guión de una comedia que se llama «Soltero Inmaduros». Lo tenemos hace dos años, buscando los recursos, los auspiciadores, los socios: tampoco es tan sencillo.

Creo que la fortaleza de una cinematografía tiene que ver con su diversidad. Que existan todas esas diferentes voces, todos esos tipos de cine. Es tan necesario una película como “NN” o “Climas”, así como una película como “Asu Mare” o “Cementerio General”. Y lo que deberíamos intentar todos los cineastas es elevar el listón de la calidad. Porque el cine comercial no tiene porque entenderse como un cine falto de rigor. En eso, creo que debemos ser autocríticos.

José Carlos Cabrejos, en una entrevista que le hicimos hace poco, nos decía que el público eventualmente iba a empezar a exigir mejores películas. ¿Tú crees que va pasar eso?

No lo sé. Pareciera que tener a la gente de “Patacláun” asegura el éxito. No sé, probablemente. Por ejemplo, yo enseño en la UPC y les digo a los chicos que hay otras posibilidades de escribir comedia: les pasé «Dos días en París» de Julie Delpy y los hice ver “Ocho Apellidos Vascos”. Eso también es cine comercial y miren que bien pensado, estructurado y realizado está. Se puede hacer mucho dinero con «Relatos Salvajes», que también es cine comercial. Si nosotros comparamos los niveles del cine comercial en países como Argentina o España con el nuestro, deberíamos darnos cuenta que hay mucho por mejorar.

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