En Cinta Domingo, 24 abril 2016

«Asesinos por Nauraleza» de Oliver Stone: El circo humano y la TV basura

En Cinta

#losquesolohablandecine Lo último del mundo del cine. Lo que nos interesa, siendo honestos. facebook.com/EnCintaPeru twitter.com/encinta
Imagen: Warner Bros

Basada en una idea original de Quentin Tarantino, «Asesinos por Naturaleza» es todo un clásico noventero. Imagen: Warner Bros

Escribe: Ernesto Zelaya (@ErnestoZelayaM)

Nos hemos acostumbrado a regañadientes a la llamada TV Basura. Se ha vuelto cosa común ver a figuras de realities convertidos en ídolos mediáticos sin razón concreta, mayormente debido a sus indiscreciones amorosas; ya nos acostumbramos a que los noticieros empiecen cada mañana con un desfile de miserias. Los medios, salvo excepciones, se han convertido en un circo.

Hace 22 años, «Asesinos por Naturaleza» nos lo advirtió. Oliver Stone siempre ha sido crítico de la sociedad norteamericana y nunca ha sido sutil al respecto. Y si bien abordó este proyecto queriendo desligarse de temas tan agobiantes como la Guerra de Vietnam («Pelotón», «Heaven & Earth») o el asesinato de Kennedy («JFK»), para hacer algo más light como una película de acción pensada para Arnold Schwarzenegger, Stone no pudo con su genio y terminó haciendo lo que al final es una cachetada al norteamericano promedio, viviendo en la decadencia pura.

Mickey y Mallory Knox (Woody Harrelson y Juliette Lewis como dos perfectos white trash desequilibrados) son la pareja perfecta: ambos son asesinos sin escrúpulos viajando por el país matando a quien se les cruce por puro deporte. Los medios los han convertido en ídolos de multitudes, héroes de culto; el tipo de fascinación que explicaría, por ejemplo, porque Joran van der Sloot esté casado y con hijos a pesar de haber matado a mujeres.

Stone enfila sus ataques a los medios amarillistas y oportunistas con toda la sutileza de un arma cargada. Quentin Tarantino es el responsable de la historia original, pero no queda mucho de él en el producto final salvo la violencia (sin nada de ironía y muy poco humor negro), una banda sonora poco usual pero extrañamente apropiada y el nombre Scagnetti; resulta gracioso ver aquí a Tom Sizemore convertido en un policía drogadicto y aficionado a las prostitutas sabiendo que años más tarde sería… un drogadicto aficionado a las prostitutas.

Imagen: Warner Bros

«Asesinos por Naturaleza» se encuentra nuevamente en cartelera, gracias a la Sala Cine Arte de UVK Larcomar. Imagen: Warner Bros

Lo de Stone es señalar con el dedo y descargar frustraciones, y vaya que quería que le presten atención. Si no existía algún truco para dirigir, Oliver probablemente lo inventó. Colores desaturados, planos en ángulos aberrantes (no hay ningún plano perfectamente horizontal en todo el film), cortes rápidos, uso de diferentes formatos de una toma a otra, cambios de filtro y un largo etcétera. «Asesinos por Naturaleza» es el equivalente fílmico de ingerir alucinógenos. Es un ataque sensorial masivo, a ratos desorientador y excesivo; un frenético videoclip de dos horas.

Hoy en día el sensacionalismo de los medios es cosa común, pero en los 90s era una novedad en EE.UU. Fueron los años del sonado caso de O.J. Simpson, o la paliza a Rodney King por parte de la racista policía de Los Ángeles. Eran tiempos de los escandalosos talk shows del bigotón Geraldo Rivera, o de aquel gran exponente de la TV Chatarra que fue Jerry Springer, la versión gringa de Laura Bozzo e igual de inmoral (“¡Que pase el motherfucker!”). Es gracias a esta cultura mediática que Mickey y Mallory son estrellas, con los pulpines del Tío Sam adorándolos como una versión moderna de Bonnie y Clyde (y Stone dice que esta es su propia road movie, al mejor estilo del clásico de Arthur Penn).

Lo irónico es que, en medio de periodistas de cuarta, agentes del orden corruptos y abusivos, familias disfuncionales y un público manipulable, Mickey y Mallory podrían hasta ser los más normales. Periodistas cretinos como Wayne Gale (Robert Downey Jr. con un acento australiano en medio de sus publicitados problemas con drogas) trata de dar un razonamiento para sus crímenes y convertirlos en un mito; McCluskey, la caricatura andante/alcaide de prisión (nos hemos acostumbrado a verlo en papeles solemnes, pero hubo una época en la que Tommy Lee Jones podía hacer el ridículo como nadie) quiere disciplinarlos a punta de golpes; y el chamán indio que tiene la mala suerte de encontrarse con ellos los quiere exorcizar.  Pero se equivocan, porque aquí no hay necesidad de razonar o explicar: M&M son quienes son y no pretenden hacer excusas; esto los hace un poco más humanos que el resto, pero sólo un poco.

De alguna manera, «Asesinos por Naturaleza» es también una historia de amor. Torcida, bizarra y violenta, sí, pero una historia de amor, porque M&M son una dupla inseparable, tal para cual. Al final, sin querer, uno termina haciéndoles barra, y ese es el gran truco de Oliver Stone: nos ha hecho partícipes activos del mismo circo mediático que está condenando, demostrando que el morbo es inherente en todos nosotros. «Asesinos por Naturaleza» no es precisamente un sermón, pero no esconde su gran crítica a los medios sensacionalistas, que hoy por hoy han formado culturas enteras (como la nuestra). Buen momento para reencontrarse con esta frenética y surreal joyita del cine noventero, gracias a la Sala Cine Arte de UVK Larcomar.

En Cinta

#losquesolohablandecine Lo último del mundo del cine. Lo que nos interesa, siendo honestos. facebook.com/EnCintaPeru twitter.com/encinta