En Cinta Lunes, 5 octubre 2015

CRÍTICA: «Lusers» solo sabe burlarse de los estereotipos de las nacionalidades de sus personajes

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Escribe: Rodrigo Bedoya (@Zodiac1210)

“Lusers” nos plantea la aventura de tres hombres que se encuentran en la Amazonía rumbo al Mundial de Fútbol Brasil 2014. El chileno Aníbal (Felipe Izquierdo) y el argentino Rolo (Pablo Granados) se conocieron en Buenos Aires y tienen entradas para la final de la justa, mientras que Edgar (Carlos Alcántara), el peruano, está huyendo de un asesino de la mafia en la que está metido. El encuentro entre los personajes dará pie a una serie de situaciones entre las que se cuentan una fiesta en una tribu, aventuras en un barco brasileño y el encuentro con una estatuilla robada por la que hay una jugosa recompensa.

Los primeros minutos de la cinta de Ticoy Rodríguez van presentándonos a los personajes, marcando sus rasgos característicos, que son una especie de extensión de los estereotipos que se tienen de las nacionalidades de cada uno. Porque si Rolo y Edgar representan justamente al argentino hablador, atorrante y sabelotodo por un lado, y al peruano vivo y criollo por otro, Aníbal es el más tímido, sufrido y frágil de los tres.

Y si bien la película se sitúa en el lado de la comedia de personajes, realzando sus diferencias y exagerando sus características, los mejores momentos de “Lusers” tienen que ver con la comedia física, que explota las situaciones y los problemas en los que se meten los personajes. De ahí que la escena del accidente que los deja varados en la selva sea acaso la más lograda de la película: el desborde físico se impone y el absurdo de la situación, a partir de la sorpresa, hace que la comedia en ese momento camine.

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Pero ahí queda todo. «Lusers» prefiere recurrir a situaciones que parecen un esbozo o una maqueta de comedia, pero que no tienen el adecuado desarrollo ni exploran las posibilidades más arriesgadas de su propia propuesta. Los enredos en los que se ven envueltos los personajes se muestran tímidos frente al desenfreno, quedándose en meras anécdotas que la película simplemente se encarga de ilustrar.

Un ejemplo muy claro: en vez de explotar todos los enredos posibles que podían ocurrir en el barco de los brasileños, el filme opta por irse de nuevo hacia la caricaturización de los rasgos de los personajes en base a sus nacionalidades. Un chiste que ya había sido explotado antes en todas sus variantes posibles (chilenos y argentinos, chilenos y peruanos, ahora argentinos y brasileños, etc) pero al que la película siempre regresa, como si estuviera seguro de su efectividad. Pues ocurre lo contrario: llega un momento en el que la gracia desaparece y queda en evidencia la falta de ideas para desarrollar nuevas situaciones de comedia.

Mientras va avanzando, “Lusers” pierde ritmo y efectividad. Los actores (en especial Pablo Granados) hacen lo que pueden para darle cierta vida y gracia a las situaciones, pero el propio planteamiento del filme impide que esos esfuerzos lleguen a más.

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