En Cinta Miércoles, 25 febrero 2015

Aguanta, ¡¿cómo que «Kingsman» llegó censurada a nuestro país?!

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Escribe: Alberto Castro (@mczorro)

(Este artículo contiene SPOILERS)

El último jueves llegó a nuestra cartelera «Kingsman: Servicio Secreto», lo más reciente del realizador inglés Matthew Vaughn (a quien conocimos por «Kick-Ass», ya de culto) que adapta la novela gráfica de Mark Millar y Dave Gibbons. Se trata de la historia de un adolescente de clase baja en Inglaterra, que es reclutado por un agente secreto cuya organización se disfraza bajo los nombres de los Caballeros de la Mesa Redonda. Así es, la película se mueve sobre la dicotomía entre la clase obrera y los snobs, además de reflexionar sobre sus circunstancias.

Claro que este es solo uno de los ángulos de la película, ya que el director nos invita a presenciar (como ha hecho costumbre en su carrera) la violencia más estilizada, excesiva y desopilante que podamos imaginar, una que en esta oportunidad se burla de las típicas películas de espías, del James Bond de antaño, de sus tramas absurdas y giros de tuerca insospechados que siempre llevan a que el héroe salga victorioso, además de encamarse con la chica, claro. Esta avalancha de miembros amputados y sangre que salta a la cámara en vertiginosos planos secuencia evidentemente no le cae bien a todos. Colin Firth salió al toque a defender la violencia en la película y su supuesta glorificación:

Lo más fácil sería pedir que no haya violencia en ningún tipo de narración en lo absoluto, pero el problema radica en que con eso nos estamos llevando bastante de Shakespeare, el drama griego, Punch & Judy y el western. (…) La violencia en la película es absurda. No creo que sea glamorosa, es tonta.

Y es que de eso se trata: de burlarse un poco del sinsentido de la violencia, caricaturizándola al máximo, además de servir de desfogue para las pulsiones reprimidas del espectador y como fuente de debate sobre la condición violenta del ser humano (en esta película se habla de su represión y de la tecnología como medio de control global, tema más que vigente). El problema llega cuando un estudio (en este caso, la central de Fox Latino), subestima al espectador y decide qué es demasiado.

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A los que han visto la película, recordarán que en un momento de la película Galahad (tremendo Colin Firth) se dirige a una iglesia rural de los más radicales feligreses que puedan imaginar (homofóbicos, racistas y antisemistas activos) para intentar descifrar el plan del malvado Valentine (soberbia la manera de hablar de Samuel L. Jackson, por cierto). Allí descubre que, a través de los chips con internet gratuito que ha regalado a todo el mundo, transmite una señal que hace que la gente se desinhiba por completo, sacando a flote su lado más violento.

Evidentemente la señal afecta a nuestro protagonista, quien involuntariamente asesina a todos los presentes. Sí, a todos. Claro que eso no lo vemos: escuchamos los golpes, los gritos, los disparos mientras vemos cómo el villano y los asociados de Galahad miran horrorizados que sucede desde sus respectivos escondites.


Bueno pues, en la película original se ve TODA la masacre. Toda. Varios críticos y medios especializados anuncian que se trata de la mejor escena de la película, una de las mejores secuencias de acción de la década, no solo por lo elaborada que es y por quebrar el molde de la simple parodia, sino porque a partir de ella se desprenden diversas lecturas: el espectador se ve sumido en la risa, luego viene la incomodidad, para llegar al rechazo y al cuestionamiento de su supuesto héroe, quien muestra su peor cara (escena a la cual seguirá su propia muerte, por cierto).

Matthew Vaughn la considera la escena más importante de la película, el detonante para que el aprendiz supere al maestro, una secuencia para la que Colin Firth tuvo que prepararse por meses (y por la que casi pierde el papel) para conseguir el físico necesario para realizar las complicadas coreografías de un único plano secuencia de acción; esto es, sin cortes. Esta es la escena completa en ALTÍSIMA CALIDAD.

¿Por qué cortarla para todo Latinoamérica? Muchos apuntan no solo a la violencia extrema de la secuencia (aunque los que han visto la película saben que hay bastante más en el resto del largometraje, entre cabezas explotando y cuerpos partidos en dos), sino que pesó demasiado la locación en la que sucede: una Iglesia, espacio tan sagrado en una región dominada por el catolicismo. Claro que de paso se protegían de entes de censura en determinados países del continente (nuestro país, por cierto, no lo tiene).

Es curioso que en EEUU la escena no haya generado mayor conmoción, sino que por allá se condena más bien la toma del trasero de la princesa de Suecia con la que termina la película (20% del público lo considera misógino), escena que NO ha sido retirada de la copia regional. Curioso indeed.

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